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viernes, 26 de mayo de 2017

Atrévete a volar

Hoy deseo compartirles algo inusual en mi haber como escritora, un relato surgido de una imagen que se usara en la comunidad Escribiendo que es gerundio, para a partir de ella, hacer una narrativa libre. 

No pude evitar que la imagen me sedujera a tal extremo que casi de inmediato surgió este relato que aquí les dejo y espero sea de su agrado.

Por cierto en este preciso momento me hizo recordar un relato de mi hermana Millicent que hace tiempo compartí en el blog, titulado Me encantaría volar.



ME ESPERABA

Cada noche en mis horas de insomnio acudía al borde de la montaña, a mirar el valle desde lo alto, semi-oscuro a veces, otras, totalmente claro por el brillo de la luna llena y a admirar el cielo, la grandeza del universo.

Allí me sentía otra, una sensación peculiar y extraña, como si fuera parte del paisaje, del conjunto, de todo..., como si yo fuera imprescindible para que existiera. Esas horas un poco antes del amanecer, se iban entre el silencio, la suave brisa y la deliciosa semioscuridad, hasta que tenia nuevamente el privilegio de presenciar y ser parte de la belleza del amanecer.

Precisamente ayer, pensé: con la luz del día la vista debe ser espectacular, especialmente en las tardes, un poco antes del anochecer. Me propuse averiguarlo y acudí un poco antes del atardecer para observar la colorida despedida del radiante Sol, dándole generosamente su lugar a la bella y deslumbrante Luna. 

Cuando llegué pude admirar extasiada el hermoso paisaje, su verdor y lo imponente de la montaña que me propiciaba el poder estar a esta altura. Ya se acercaba la hora del Sol deleitarme con sus hermosos destellos llenos de infinidad de matices y colores, pero sucedió algo inesperado, un enorme cúmulo de nubes cubrió el cielo ocultando parcialmente el Sol. 

Cuando me disponía a partir, algo decepcionada, pude ver en lo alto una hermosa y majestuosa ave en pleno vuelo, me miraba convidándome a ser su pareja, a que alzara el vuelo... 
De pronto recordé que había tenido un sueño similar, tuve miedo y corrí del lugar, pero algo me detuvo, sentí el impulso de volver y acudir a su encuentro.

Allí me esperaba aún, y me pareció oportuno dejarme llevar, liberar ese ímpetu que siempre he sentido de volar, y justo como lo hice en el sueño, y como tantas noches lo deseaba, me despojé de todo lo que sobraba, las ropas, los temores… 
Y me dispuse a volar.

Retrocedí unos pasos para tomar impulso y luego salí corriendo y me lancé al vacío, mejor dicho, abrí y elevé los brazos, aligeré el cuerpo y volé, subí tan alto como pude en busca de mi pareja, que allí me esperaba como tantas noches lo hacía, y yo, no la veía.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

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