Queridos lectores, el amor me tiene atrapada, ¿Será septiembre con
sus eclipses la razón?
Hoy quiero hablarles del amor
que se expresa a través de una mirada.
¿Cuántas cosas se esconden detrás de una mirada?, podríamos hacer un
libro dilucidándolo, pero prefiero hablar de lo que encierra una suave mirada;
sutil, diáfana, que habla todos los idiomas, que se mete en el alma
desplazándose ondulada, firme pero lentamente, como la ola que acerca a la
orilla a una ostra que guarda celosamente su mejor tesoro, una hermosa perla.
Regálame una mirada, de
esas que dicen más que 100 palabras, más que 50 suspiros, más que 20 abrazos,
más que 10 besos tiernos, dulces o apasionados, más que…
Mírame y no te canses de mirarme ni por un instante, mírame de
frente y dime, ¿Que es lo que ves? ¿Que descubren tus ojos en los míos?
Es difícil acertar, saber a ciencia cierta lo que encierra una
mirada, pero para las almas que se conocen bien, que son afines o gemelas, que están bien compenetradas, descifrar el lenguaje de los ojos o del alma, es el más
sencillo hacer. Conversan, se confiesan su amor, se acarician, se besan, se
entregan, y viven la más grande aventura que jamás podrán tener, en el mágico
instante de una mirada.
Esto es así, porque la mirada más tierna y amorosa, más diáfana y
profunda es esa que se da desde el interior del ser, que deja ver tu alma, esa
que te hace creer y confiar, que te vuelve noble, digno, capaz de amar y trascender, para elevarte a un nivel superior del ser donde el rostro se esfuma y solo queda…, la mirada.
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