Espero que esta inspiración que recibí y brotó
de lo más hondo de mi corazón, sea para beneficio de muchos hijos que sufren y
muchas madres que sufren doblemente, por los hijos y por ellas mismas, por
causa de la situación familiar que nos está afectando a nivel mundial.
CARTA DE UN ADOLESCENTE
Hola madre.
Disculpa que te escriba esta carta pero estoy
tan confundido y no sé qué hacer ni por dónde empezar. Lo cierto es que guardo
bellos recuerdos de la mujer que me tuvo por mucho tiempo en su vientre, sentía
su calor y protección y me daba cuenta de cómo me mimaba y me alimentaba con
agrado y satisfacción.
Al nacer, no abrí los ojos para verla, no era
necesario, la sabia hermosa y su imagen ya la tenía grabada en mi interior
desde que tuve memoria.
Tengo dudas sobre quien era esa mujer, hace
tiempo que no la siento junto a mí, después de mi nacimiento la sentí en muchísimas
ocasiones, pero con el tiempo, cada vez se hacían menos y ahora aparece muy
pocas veces, no sé si es la misma mujer con la que vivo y he vivido todos estos
años, o sea, tú, a veces me la recuerdas y tu olor es el mismo de ella, pero
tengo dudas, porque de un tiempo acá, ¡Son tan diferentes!
Madre, necesito que me aclares si tú y esa
mujer que me tuvo en el vientre y me parió con tanto dolor y trabajo, pero con
tanta ilusión y alegría a la vez, que se dispuso con amor a criarme y de
repente desapareció, son la misma persona. Si es así ¿Por qué has cambiado
tanto, que no hice o que no fui, que esperabas que hiciera o que fuera? Dime,
¿Por qué te cuesta tanto ser amorosa y cariñosa conmigo y regalarme un poco de
tu tiempo, escucharme y hablarme suavemente y sin gritarme, ser aquella otra
mujer, por qué?
Sé que mayormente lo pasas trabajando para
suplir mis necesidades, las que consideras primordiales, y lo agradezco de
corazón aunque pienses que no lo hago, pero quiero confesarte que mi mayor
necesidad es de ti, de aquella madre amorosa que tantas veces me arrulló y se
desveló por mí, incluso cuando ya no era un bebé tierno y desvalido, si no un
niño travieso, de la mujer que se llenó de amor y de ilusión con mi nacimiento,
eras feliz y tu rostro se iluminaba tan solo con tocarme en tu vientre, sentía
esa sensación de alergia, me la transmitías con fervor.
Madre dime la verdad, ¿En realidad ella y tu
son las mismas? Pregunto por preguntar, porque sé que eres mi madre, la que me
trajo a este mundo y una vez me mimo con amor, ahora si me mimas es con
obsequios, los acepto con agrado, pero no sabes cuánto me gustaría cambiarlos
por ti.
Te extraño mucho y a pesar de todo lo que me
pasa, siento que te amo más que antes, porque sé que tú también me amas y te
preocupas demasiado por mí, es solo que el hastío, la fatiga, la amargura y la
soledad de tantas cosas que necesitas y no puedo darte, que deseas y mi
existencia te limita, te fuerza y te obliga a dejar, ha hecho que cambies y te
hacen ser mi verdugo, ya que hasta cierto punto me ves como el culpable de tu
desdicha y del viacrucis que vives a diario para poder subsistir y cumplir con tantas
responsabilidades, por eso madre te quiero mucho mas y siempre te querré,
porque a pesar de tu dolor, sigues luchando por mantenerme contigo, por sacarme
adelante, aunque ambos paguemos con un alto precio, con nuestra congoja,
tristeza y soledad, con la ausencia de ternura y de tantas caricias deseadas y
no recibidas, con el dolor de llegar a extrañarnos tanto “viviendo” bajo un
mismo techo, con la única satisfacción de sentir que tu cumples con tu
obligación y yo cumplo con la mía, tu trabajas y yo estudio.
Madre de mi vida, de mis recuerdos y mis sueños,
de mi infancia, mi niñez y de esta complicada adolescencia, de mi tormento y mi
dolor, de mis juegos y alegrías. Madre de mi corazón, regresa te lo ruego,
despide a esa mujer que de ti se apoderó y ordénale que se vaya, porque te ha
robado la risa, la ternura y la devoción.
Madre de mi corazón, devuélveme la fé perdida,
regáleme un bello instante, mírame a los ojos, soy tu hijo, mírame nuevamente con
amor.
Te amo.
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