Por aquí andamos agradeciendo de nuevo a Irene Garza su empujón para seguir escribiendo en este espacio nuestro. Y digo eso porque en respuesta a un comentario suyo en mi última entrega, las palabras tomaron el control y protagonismo y se abalanzaron al salir disparadas, sin prisa pero también sin pausa.
Ya ves querida Irene, sacas de mí cosas que ni siquiera tenía en mente decir. Me has ayudado a elaborar casi una entrada del blog. Por eso sostengo que alguien más está a cargo, nosotros solo somos canales de transmisión, y eso nos hace más valiosos, si se puede decir así, o más pesados, según se vea y sienta.
Irene, eres luz que enciendes oscuridades para revelar bellezas contenidas en ella. Gracias por eso.
Pues bien, aquí voy con el disparo de mi respuesta, que de seguro no era la esperada por ella, ni tampoco por mí…
Todo es pasajero en la vida, nada te aturde para siempre, ni nada te produce una euforia eterna.
La vida está llena de fases que te ayudan a centrarte en otras cosas y luego sin entender razones, retomas la senda con algo más de entusiasmo y nuevas experiencias, unas desagradables, y otras aleccionadoras que las miras con mejores ojos, aunque todas, te privan un poco de libertad. Al igual que lo hace la maternidad, a la que nos entregamos por amor y con una ternura fuera de control, pero no deja de ser asfixiante y muy demandante.
Esa es la vida querida Irene, rezongar y celebrar, no todo es siempre fastidio, o todo alegría, se intercambian los papeles para poder encontrar un equilibrio que nos mantenga fuera de la monotonía.
Y de hecho la memoria juega un gran papel en esto, si no la tuviéramos en secciones aparte, no hubiera manera de ver la vida en colores, en capas y etapas. Tanto la memoria intrínseca, la heredada, la aprendida, la sugerida por condición o sumisión, la egoísta, la colectiva..., y la memoria universal son imprescindible para lograr ese propósito de vida, tanto de vida individual como de vida colectiva y universal.
Y ese propósito de vida, es la gran incógnita a descifrar con la ayuda de la memoria, que a veces nos juega sucio y nos borra información importante y muy pertinente para encontrar respuestas y elegir sendas.
Ver la vida como un juego entretenido, como una trivia, más que como un juego peligroso, hace la diferencia en su disfrute, lo malo es que hay tantas incoherencias, como bien dices, que se nos hace imposible disfrutarla del todo, y más porque sabemos que en algún momento la perderemos y eso nos hace sentir aprensivos, queriendo alargar los momentos de felicidad y renegando los infelices, que lo son porque los repudiamos y los vemos así, no porque en realidad lo sean.
Aquí termina mi respuesta, como pueden ver, el disparador nunca se detuvo, ja, ja.
Y pese a todo pronóstico, a todos nos interesa conservar la vida, por muy sufrida que nos parezca, y es que Todo pasa y todo queda como lo dijo Machado y lo canta Serrat.
Eso, me deja entender que todo es efímero y a la vez eterno.
La memoria, esa intangible parte de nosotros, es la encargada de que esto sea así.
Y como dice Silvio Rodríguez en su canción ¿A dónde van? , me pregunto lo mismo, ¿A dónde irán tantas vivencias?
Aunque sé que de alguna manera, y por una muy específica razón, como inicia esa famosa canción interpretada por Judy Garland, tiene que existir un lugar sobre el arcoíris, donde todo puede ser, y donde todo se agrupa, se conjuga, se armoniza y se guarda con mimo para satisfacer nuestras necesidades álmicas, todas y cada una de ellas.
Y a pesar de que nada es lo que parece, todo es lo que es…
Lo simple y lo compuesto bailan al compás del vaivén de las olas del mar y del parpadeo de las estrellas, y en medio de todo acorde, de toda sinfonía, de todo aquello que existe y de lo que no somos capaces de percibir ni sentir todavía, el amor se hace visible, para que nos aferremos a él como la más bella y descifrable ecuación espiritual.
Porque de hecho, como lo dijo Antoine Lavoisier, y también esa bella canción de Jorge Drexler, nada se pierde, todo se transforma, y cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da…
Y hablando de dar, hay algo que nunca, pero nunca, nunca, se puede quedar sin dar, LAS GRACIAS.
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