Me he animado (aún sin las musas) a participar en el microrrelato de este mes que convoca el Tintero de Oro, para así seguir cultivando la escritura creativa y aprendiendo sobre la marcha el lenguaje literario desde otro nivel de expresión, los relatos. Gracias María. A. Álvarez por la interesante convocatoria.
Esperando que cumpla los requisitos, aquí dejo mi humilde aportación, como un homenaje a todos aquellos que durante su prolongada vida dieron tanto de sí y terminan sus días solitariamente olvidados, o lo que es peor, desmemoriados de su realidad.
Mujeres y hombres valientes y valiosos que la sociedad y los mismos familiares, dejan a su suerte en manos de extraños.
Solitaria vejez 250 palabras
Qué extraño luce todo en mi casa, creo que lo es, pero nada se le parece, los muebles, los cuadros, son otros. Las escaleras de madera hacia las habitaciones y la cocina a la que tanto me agradaba entrar, ya no me gustan.
La puerta se ve más pequeña ahora, incluso los amplios ventanales lucen sin vida, están siempre tapados, con lo que disfruto ver la calle y los niños jugar… ya no me dejan jugar con ellos.
¿Qué habrá pasado?, no veo a mis padres y hermanos por ningún lado
¿Dónde habrán ido? Me dejaron con dos extraños que los domingos me obligan a comer y no me dejan estar en pijama en la sala. Dicen ser mi hijo y su esposa, por las noches oigo que se pelean por mí culpa.
Que se vayan, sé que no me quieren y mantienen la casa ¡tan fría! No es el clima, no, son ellos, les falta amor y ternura, no hay calor de hogar.
No, no es mi casa, la pintura es lúgubre, dirían mis padres, les gusta la casa colorida, alegre. ¡Los extraño tanto! Quiero que vengan a buscarme ya, me siento tan sola aquí, desamparada, en manos de ellos y de esa mujer de ojos tan intensos que me intimida y asusta. Dicen que está para cuidarme, pero no tiene nada de amor hacia mí, sus manos son tan frías y ásperas.
No, en realidad no es mi casa, me iré tan pronto abran y descuiden esa puerta.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
Un relato muy real y muy triste. Un beso
ResponderBorrarAsí es Susana, muchas gracias por pasarte y dejar huellas.
Borrar¡Ay, Harolina! Qué duro, qué triste y qué real también... Impacta mucho la dulzura del tono narrativo con la crudeza de la situación y de las emociones del personaje. Has enlazado muy bien también esas emociones a la frialdad de la casa y al desamparo que sobrevuela toda la historia. Gran micro. Felicidades.
ResponderBorrarMarta muchas gracias por la atenta lectura del micro, la situación es muy dura y además muy frecuente. Son tantos los casos tristes, sobre todo cuando no pueden valerse por sí mismos, o cuando pierden la memoria y todo es tan confuso para ellos...
BorrarGracias y agradables días venideros.
Preciosa, Idalia.
ResponderBorrarTu relato rompe el corazón, porque hay verdad en él, ancianos que sus hijos cuidan, pero no quieren o no como deberían. De verdad que en tan poquitas letras has transmitido todo un manto de emociones que rasgan el alma. Y creas conciencia, mucha. Y esa voz aniñada, qué no comprende y se evade a otros tiempos donde el amor era puro, ay, madre mía, qué relatazo amiga, es maravilloso. Todo, la escena, las emociones y la situación, se complementan creando una escena que visualiza realismo. Y desprende ante todo necesidad de protección.
Enhorabuena, te felicito porque es estupendo.
Muchos besos.
Irene, muchas gracias por las palabras que le dedicas al micro. Traté de plasmar esa triste y cruel realidad que se da muchas veces en la vejez, ya sea por falta de amor y cuidados para ellos, o porque aun teniéndolos, la memoria les juega una mala pasada y se sienten desamparados y maltratados por igual, por no reconocer a sus seres amados, y vivir perdidos en el pasado.
BorrarMe recuerda una historia que leí hace mucho de alguien que iba a diario a darle la comida a su madre con Alzheimer, y cuando le dijeron que por qué lo hacía si daba igual porque ella no sabía quién era él, a lo que contestó, pero yo sí sé quien es ella.
Gracias bella Irene, un beso
El reto de la vida. Padres y madres que se dejaron la vida, la piel, el trabajo, su amor...y ahora son vistos como una carga por la sociedad o por los propios hijos. Si además hay familia política de por medio algunos ancianos pasan sus últimos años entre el desprecio y el desapego. Tu relato nos ofrece una profunda reflexión sobre la sociedad de cuidados a la que vamos de cabeza y creo que ya desde el colegio se debe sensibilizar a todos los niños para que cuiden a su familia como su familia lo hace ahora con ellos. Luego está esa pérdida de memoria, ese descoloque de las personas que sufren deterioro cognitivo que produce una inmensa lástima. A veces no reconocen o solo les suenan pertenencias, casas, muebles, fotografías y personas que formaron parte de su vida. El trabajo de los neurólogos es fundamental y si para algo valen los impuestos no se me ocurre mejor inversión que la que se haga en investigación y desarrollo de potenciales tratamientos para contrarrestar el paso del tiempo.
ResponderBorrarUn gran abrazo querida, Idalia.
Miguel, gracias por todo lo que expresas con tanta claridad del tema, de interés humano, social y familiar ante todo.
BorrarAunque la ciencia haya dado pasos para ralentizar el deterioro físico y mental, lo cierto es que la sociedad actual se ha quedado enfrascada con soluciones a medias que a la larga benefician más a los dueños de esas instituciones de "cuidados" y a sus apoderados, como se ve en la película "I care a lot", al final todo se reduce en dinero.
En el caso de los familiares intentando cuidarlos con amor, al estar sin memoria es un reto muy difícil de sobrellevar, porque tienen un mundo distinto en su cabeza, mezcla de imaginación, recuerdos y realidad, como muestra la película "Father".
Otro gran abrazo para ti, querido Miguel.
Un microrrelato demasiado triste de una dura realidad. A mí me emociona porque un suceso parecido lo viví con una vecina hasta que nos vimos obligados a llamar a asuntos sociales de lo mal que la trataba su hija y yerno, estuve cinco años visitándola cada dos días y trayéndola a casa en navidad para que no estuviera sola hasta su fallecimiento. Era una mujer buenísima que no se mereció vivir una situación así. Lamentable 😔😔. Un abrazo
ResponderBorrarNuria, muchas gracias por venir y dar ese testimonio, un hermoso gesto de tu parte. Lamentablemente ocurre más de lo que uno se imagina, pareciera una venganza de algunos hijos, que aunque sus padres no fueran tan amables con ellos no se justifica su proceder, en esa edad hay que mirarlos como niños indefensos, cuidarlos y hasta perdonarlos si fuera el caso, por el propio bien y el de ellos.
BorrarOtro abrazo de vuelta.
Tu relato me ha tocado especialmente pues mi madre tiene la enfermedad del olvido. No puedo concebir que este tipo de personas sean tratadas de mala forma. A veces aunque no sea así su mente ya no funciona como debe y creen cosas que no pasan. Es muy triste. Un buen aporte al Tintero y sirve para la reflexión. Te mando un abrazo. Ana.
ResponderBorrarHola, Ana Piera, gracias por pasar y dejarnos tu experiencia directa en estos casos. Le decía a Miguel sobre la pelicula Father, un retrato bastante aproximado en esos casos. Mi padre recién cumplió 96, aun tiene buena memoria aunque ya empieza a dar muestras de fijaciones mentales y falta de entendimiento para algunas cosas, para otras está más informado y claro que muchos y dice que está programado para 120 años, su cuerpo le permite manejarse bastante, pero su organismo interno no aguantara mucho ya. También creo que es muy triste, como la historia que le comenté a Irene, lo importante es no perdernos de vista nosotros de la realidad, de que son nuestros padres y merecen nuestro amor y paciencia.
BorrarOtro abrazo para ti y fortaleza para eso que estás enfrentando.
Muchas gracias...
BorrarAsí es la historia de "los que cuidaron y se desvelaron por ti cuando eras pequeño, y cuando creces te olvidas, y le abandonas", una cruda realidad de muchos que envejecemos y nos quedamos solos, ya estoy en mi adultez mayor, sigo útil y sana gracias a Dios, y cuidé de mi madre hasta que se nos fue, igual a mi padre ambos murieron en mi casa, espero la vida me retribuya el cuidar de los míos, aunque todo es incierto. Abrazos desde Venezuela
ResponderBorrarHola, Raquel, si que es una triste realidad de muchos, espero que no nos toque, aunque nunca se saben las intenciones ocultas en cada situación de vida.
BorrarSi es cierto lo del libre albedrío y siempre elegimos, es probable que también hayamos elegido ese tipo de sufrimiento por alguna razón especial, la cual entendemos que nos ayudará en nuestro crecimiento y limpieza kármica.
Gracias por la lectura y lo que comentas tan generoso de tu parte sobre esos seres que tanto amamos. Otro abrazo desde Rep. Dom.
Hola, Harolina. Tu relato es fortísimo. Siempre pienso como llegare a la vejez y espero que sea con los cinco sentidos y las dos piernas.
ResponderBorrarUn abrazo
Hola, Mirna, ojalá sea como lo deseas, ese seria el mejor regalo de la vida, pero si vivimos por mucho tiempo, es bueno recordar que vinimos indefensos al cuidado de otros, así que irnos en iguales condiciones tampoco estaría fuera de lo normal, por eso espero no durar demasiado, ja, ja.
BorrarGracias por la visita y las huellas. Un abrazo.
Hola, Harolina. Un relato cargado de sentimientos en el escenario que los acompaña. Nos invitas a leer sobre un tema para reflexionar, dándole visibilidad a estas emociones a través de un precioso homenaje capaz de despertar empatía a través de la letras. Precioso texto y muy necesario.
ResponderBorrarGracias por participar en el microrreto. Un abrazo.
Hola, Maria, muchas gracias por tu generoso comentario y por esta interesante propuesta que me ha animado a participar. Otro abrazo de vuelta.
ResponderBorrar¡Hola Harolina! Que relato tan duro y tan real a la vez. La narración transmite a la perfección la soledad de esa mujer y el desamparo que siente. Desde luego es un micro que nos invita a reflexionar sobre como tratamos en su vejez a aquellos que nos cuidaron durante toda su vida.
ResponderBorrarUn saludo.
¡Hola, Rocio! Gracias por venir y dejar huellas.
BorrarSi, en realidad así de dura es la vejez para la mayoría, me alegra saber que transmite ese sentimiento de desamparo y soledad que quise representar como un llamado a querer más a esas personas que tanto dieron de sí y la pasan tan mal, casi olvidados.
Un placer tu visita, un abrazo.
Es muy duro envejecer sobre todo en ciertas circunstancias y con determinadas enfermedades. La demencia es muy cruel. Nos ancla en el pasado y nos hace olvidar el presente, y la gente que aun nos queda! Es un drama! Muy bien contado! Un abrazote!
ResponderBorrarGracias Marifelita por la visita y comentario. Diría que cada etapa es difícil de sobrellevar, pero en la vejez al prestarnos tan poca atención y no sentirse valorado, el proceso de adaptación se convierte en una lenta procesión hacia la tumba para un gran número de personas. Por otro lado esa pérdida de la memoria lo hace aún más difícil. Gracias otro abrazo.
BorrarOstras, Harolina, qué duro es eso de envejecer, pero qué ran razón esa con la que remarcas y terminas el relato. La vida es eso que tenemos entre las manos, y esperar a algo futuro es lo que hace que se escape, por muy dura que sea hay que amarla. Jolin, me has dejado con ganas de ir a abrazar a todo el mundo que me encuentre.
ResponderBorrarMuchas gracias.
Un abrazo
¡Hola, Pepe! que bonito y sincero me ha parecido tu comentario. Hay tanta gente esperando al menos una sonrisa, un gesto de cariño o un abrazo que reviva su alma casi muerta, que suena genial tu idea, la gente anda tan amargada y distraída, que se olvida de amar y cuidar a los que tanto los amaron y cuidaron y están tan solos lidiando con la pesadez de la vejez.
BorrarGracias Pepe, por venir y firmar esta entrega. Buen término del mes.
Un relato muy triste y por desgracia muy real, es duro envejecer y no acordarse de como pasó el tiempo y que los estaban a tu lado ya no están.
ResponderBorrarUna historia para reflexionar.
Un abrazo Idalia
Puri
Puri, muchas gracias por la visita y por las huellas que dejas aqui. Un abrazo.
BorrarHas sabido contar una historia durísima a través de un relato muy hermoso. Tu personaje protagonista es entrañable y le has dotado de una fuerza tremenda. Te felicito, Idalia. No es fácil mostrar lo peor de la realidad en tan pocas palabras y con tanto acierto.
ResponderBorrarUn abrazo.
Estrella, muy agradecida por tus generosas palabras y por la impresión que recibiste del micro. Gracias, otro abrazo.
Borrar¡Hola, Idalia! Jo, un micro conmovedor y que refleja, más allá de la enfermedad, este ciclo que es la vida donde, al final, parece que volvemos al principio, a cuando éramos niños y nuestras prioridades estaban claras. Luego creces, la vida te dispersa con sus seducciones, ambiciones, etc. hasta que al final te das cuenta de lo que realmente es importante.
ResponderBorrarMe gustó mucho el final. A pesar de sus limitaciones, la anciana todavía tiene ese impulso vital de escapar en cuanto no se den cuenta. Un fantástico micro.
¡Un fortísimo abrazo!
¡Holaaaa, David! Qué alegría tenerte de nuevo por aquí.
BorrarGracias por lo que comentas del tema y ese recuento de lo que en sí es la vida tan bien resumido, con una interesante y veraz conclusión, al final de nuestra vida es que nos damos cuenta de qué es lo importante.
Sabes David, he escuchado y vivido de cerca que esos ancianos siempre se quieren ir a su casa y muchas veces se escapan y los encuentran por el vecindario, tal como decía ET, casa, quiero irme a casa...
Gracias, y otro fortísimo abrazo.
¡Uf! Un relato tan entrañable, emotivo… Palabra a palabra vamos descubriendo la vida de la protagonista que, si bien no conoce han a las personas que tiene a su alrededor, las retrata con los sentimientos. El frío que nos llega congela el alma. ¡Qué gran retrato realista de la situación de muchos de nuestros mayores!
ResponderBorrarUn abrazo, Idalia.
María Pilar, muchas gracias por venir y por la bella firma que dejas, un gusto que te haya parecido entrañable y emotivo el micro. Sí, lamentablemente es muy realista. Otro abrazo para tí.
BorrarHola Idaira una historia muy triste pero a la vez tan cierta. Muy bien escrita. Enhorabuena. Un abrazo y buen finde.
ResponderBorrarMuchas gracias Ainhoa, un placer recibir tu comentario y enhorabuena. Otro abrazo y hermosos días venideros.
BorrarMe ha gustado por lo bien descrita de la situación de desamparo de esos niños grandes en los que nos vamos convirtiendo todos con el paso de los años. La casa extraña y desangelada, las compañias frías y sin ternura. Mercenarios del cuidado de ancianos en los que apenas reparan en su cometido de cuidadores sin vocación.
ResponderBorrarLa triste realidad de los ancianos a los que vamos olvidando hasta que somos uno de ellos.
Nos falta humanidad y tanta sensibilidad.
Mi abrazo, compañera.
Francisco, muchas gracias por lo que dices del micro, y por lo bien que describes la situación real, "Nos falta humanidad y tanta sensibilidad", ajenos a que, como dice Serrat, todos llevamos un viejo encima... Recibe otro abrazo.
BorrarHola Harolina. Un relato precioso, lleno de ternura y que a la vez produce un gran desasosiego. La voz de la anciana está perfectamente conseguida, y esa vuelta a la niñez tan propia de las personas afectadas por esa enfermedad terrible es conmovedora. Aunque no recuerden, si sienten el afecto y la calidez que los rodea, y también cuando es al contrario como en este caso, la falta de cariño y el miedo. felicidades. Un abrazo.
ResponderBorrarHola, Jorge, muchas gracias por tu visita y generoso comentario, en el que con mucha precisión resaltaste lo que sucede cuando la memoria falla pero no los sentidos, estos siguen latentes y lamentablemente los familiares no se percatan de ello.
ResponderBorrarOtro abrazo y complacida de tus huellas.
Hoy me ha costado llegar aquí abajo a comentarte, montón de comentarios te han dejado !! me alegro mucho !! tú micro merece todos los halagos , porque es cierto q los ancianos son como los niños , antes q alimento y cualquier otra cosa necesitan amor , comprensión y apoyo q les haga olvidar sus muchas limitaciones y les inundan confianza y animo en esta etapa final tsn dura si no se tiene la dosis de cariño y coraje necesario para afrontarla...A veces pienso q si pérdida de memoria a corto plazo es para olvidar rápido lo q les es tan duro vivir...yo perdí a mi madre escasamente hace un mes, vivió conmigo hasta su último día y aunque para mí fue un regalo tenerla a mí lado fue duro...la vejez es muy dura , pero quienes nos dieron todo se merecen la mejor de las despedidas ..no hay día q no la recuerde ...
ResponderBorrarPrecioso tu texto, absolutamente entrañable Gracias y un beso Idalia!
Tristemente real y tan bien contado como de costumbre. Felicidades.
ResponderBorrarUn abrazo.
Muchas gracias Chema por las huellas, tu comentario no había salido cuando le contesté a María, así que quedó debajo, como si te contestara a tí, pero son gajes del oficio, de blogger, ja, ja. Va un abrazo.
BorrarHola, María, mil gracias por venir y dejar tan emotivo comentario. Sí, sabemos que es dura la vejez, aunque aún no la hayamos vivido lo percibimos en nuestros mayores, como bien dices de tu madre, que recién partió.
ResponderBorrarMi padre con 96 años y con buena memoria aún, tiene limitaciones físicas que le impiden salir a sociabilizar. Es un privilegio tenerlo, y aunque disfruta de la compañía de sus hijos, nietos y biznietos, duele verlo sufrir su soledad, se ha ido quedando sin sus amigos, hermanos y mayoría de personas de su generación, casi todos han muerto y esto también los hace sentir más solos. Por más que se empeñen en actualizarse con los jóvenes, las noticias, y la farándula, su forma de pensamiento no encaja ya en la sociedad moderna y a veces se sienten perdidos en un mundo totalmente desconocido e inseguro. Es más, te confieso que ni yo, a mis casi 65 años, cada vez entiendo menos este mundo, y contrario a mi padre que quiere durar 120 años (lo ha dicho desde siempre) yo estoy negada a durar más de cinco como mucho, y por el nietecito que me tiene enamorada, ja, ja.
Las gracias son para tí, María, por tu hermoso comentario, va otro beso y cuidate mucho.
P.D. cuando participo en los retos de Tintero, tengo más comentarios por los compañeros participantes que acostumbramos leer los demás relatos.
El siguiente comentario de Maite Sánchez, se coló en la entrada anterior pero le corresponde a esta, así que lo copio aquí. Gracias Maite.
ResponderBorrarMaite Sánchez-volarela1 de diciembre de 2024, 3:55 a.m.
Pero qué bien has descrito el mundo interior de esa pobre mujer... Me he metido muy dentro de su mente y sentido esa frialdad de la casa y los que la rodea y esa pérdida definitiva de su mundo. Es dramático de verdad. Lo has conseguido. Consigues que comprendamos por qué tantos desean abrir esa puerta... Además, me toca de lleno porque sé lo que es, tengo a mi madre así...
Magnífico. Un fuerte aplauso por la claridad, por el impacto emocional que nos produce; por la gran identificación que has conseguido.
Y un fuerte abrazo para ti!! (estaré descansando un tiempo!:)
También copiaré mi respuesta a su comentario aqui.
ResponderBorrarMaite, mil gracias por lo que expresas, me alegra haber conseguido calar emotivamente y ojalá crear más conciencia de lo necesitados que están de amor y compañía. Paciencia y mucho amor a tu madre, es duro de sobrellevar. Que tengas un buen descanso. Besos.