Bueno amigos, para ponerle un final audaz a marzo y entrar en modo desafiante al mes de abril, las musas aparecieron de pronto y me ayudaron a elaborar este microrrelato para participar otra vez en el Tintero de Oro de David Rubio Sánchez, que en esta ocasión nos hace una propuesta algo escalofriante, pero bien podríamos darle un tono jocoso, talvez espeluznante, o quizás desafiante y con un final macabro, como el micro que les comparto usando cliffhanger.
El retornador de cheques 249 palabras
Siempre me han dado pavor los ascensores, no sé si tenga que ver con experiencias de encierros en la niñez, o estar atrapada por puertas herméticas sin que te escuchen afuera. Lo cierto es que nunca los uso, y no hay escaleras que me hagan decantarme por ellos, por muchos que sean los pisos.
Escuchar historias de personas atrapadas en ascensores, me da más fuerzas para subirlas y bajarlas… Nunca he subido más de diez, ni visito lugares que tengan más.
Hoy es un día especial, me he sacado el loto y debo recibir personalmente el cheque en las oficinas de la empresa que lo sortea. Por más excusas que presenté, si no subo hoy a recogerlo, lo pierdo…
Estoy frente al ascensor esperando que alguien llegue y me acompañe al piso 25. Como nadie aparece aprieto el botón, las puertas abren, y entro con los ojos cerrados, al abrirlos veo un cadáver ensangrentado con ambas manos mutiladas.
No sé de dónde saqué valor, me dije, es ahora o nunca, cerré y subí hasta el piso 20, me bajé mirando de reojo el cadáver, y terminé de subir por las escaleras, al llegar, sofocada del susto, dije que llevaba horas subiéndolas, que el premio valía la pena…
Terminada la entrega, con las piernas flojas aún, pensé en el 911, pero ofrecí dinero si me bajaban cargada por las escaleras.
Alguien rápidamente se ofreció. Sonriendo maliciosamente me sostuvo en brazos, susurrándome, el ascensor se atascó en el piso 20.
¡Noooooo!
Continuará.
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