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viernes, 28 de septiembre de 2018

Un roble de 90 años

Amables lectores y amigos, este blog que no es más que mi bitácora de aprendizajes y descubrimientos, y que ya es parte importante de mi vida, también se ha convertido en el diario donde vuelco los momentos más importantes y alegres de mi cotidiana humanidad, ya que de alguna manera me place hacerlos participes de ellos.

En esta ocasión se trata del cumpleaños número 90 de Crispín Bernabé Payano Fawcett, mi adorado padre (apodado cariñosamente Bebé), hombre ejemplar y muy especial en la vida de todos los que le conocen, tuvo la dicha de completar el 22 de septiembre sus 90 años.


Ya hice mención de él en una entrada a principios del blog, si desean leerla aquí les dejo el enlace Tu tambien lo puedes lograr, en aquella ocasión cumplía 85 años, y a sus 90 luce casi igual que hace 5 años, pleno de salud y lucidez.

Esta es una edad a la que pocos podemos arribar y más difícil aun, en plenas facultades mentales y buenas condiciones físicas. De acuerdo a su programa de llegar a los 120 años, todavía le quedan unos 30 más, le sobrará tiempo para deteriorarse lentamente, ojalá y lo consiga sin deteriorarse dolorosamente en cuanto a lo físico y tristemente en cuanto a lo mental. 


A pesar de haber perdido recientemente a nuestro hermano menor Teófilo, quisimos hacer una reunión estrictamente familiar para agradecer su vida y celebrar a discreción sus 90 años, responsable y honestamente vividos, con un cumulo de experiencias y vivencias que dan para mas de un libro, ojalá y él mismo lo pueda escribir, lo estamos alentando a hacerlo, así sea de su puño y letra, ya que todavía no ha aprendido a usar la computadora. 
Tal vez le podamos conseguir una máquina de escribir, fue una herramienta muy útil durante muchos años de su vida, y el fue además un excelente mecanógrafo; pero los tiempos cambian, y aunque el se ha adaptado a muchos cambios, se resiste a algunos y otros se le dificultan. ¡Que le vamos a hacer! Bendecido sea mil veces más.

Para la ocasión preparamos entre otras cosas un brochure, cuyo contenido se identificara con mi padre, sus enseñanzas y aprendizaje de vida. Usamos un mensaje alusivo a la juventud y la vejez, el cual compartí en la entrada que les comenté al principio, titulado “Equilibrio de la personalidad”, y que ha sido el estandarte de mi padre para mantenerse joven al pasar de los años.

También le agregamos la siguiente frase de Rosalyn S. Yalow:

“Es la emoción del aprendizaje lo que separa a la juventud de la vejez. Mientras usted esta aprendiendo no tiene edad”.


En la foto de arriba posando con mi padre y mis tres hermanos de sangre (Edgar, Viola y Millicent). En el extremo derecho Mélida, la viuda de mi hermano, y en el izquierdo, de blanco, Nuris, nuestra hermana de crianza y amor fraternal.

No imaginan la cantidad de años que hay en este pequeño grupo de la foto, al igual que a mi padre, los años nos resbalan, ja, ja.

En dicho brochure además pusimos un texto de “La Palabra Diaria” que dice así:

“Celebrar la vida”
“A veces es fácil dejarse atrapar por la rutina de las tareas diarias y olvidar el increíble regalo de estar vivo. La vida esta llena de oportunidades para evolucionar y crecer. Determino ver todo a través de los ojos de la gratitud, celebrando gozosamente las múltiples bendiciones disponibles para mí en todo momento. Elijo la felicidad, y los sentimientos de júbilo infunden cada célula de mi cuerpo. No importa si todo en mi vida es de la manera como lo deseo o no. ¡Simplemente ser quien soy, es suficiente para vivir al máximo y regocijarme en el viaje!” 


Resumiendo, llego a la conclusión de que: la juventud es un estado de conciencia que se adquiere a través del equilibrio de la personalidad y la felicidad de reconocer el regalo de la vida, honrarlo y celebrarlo siendo auténticos, y sintiéndonos bendecidos por la oportunidad de evolucionar y crecer. Dicho estado de conciencia se mantiene a través de la emoción del aprendizaje, y la gratitud por todo lo alcanzado y vivido.

Fue una hermosa sorpresa para él y una linda noche para todos, su alegría y gozo, dentro de la pena que nos embarga por la reciente pérdida de nuestro ser amado, fue el mejor regalo que pudimos recibir. Celebrar y agradecer su vida, compartir y estar junto a él, unidos por lazos de amor y hermandad, no tiene precio. Me siento privilegiada por ser descendiente de ese roble de 90 años, por todo lo que me ha dado y enseñado, y sobre todo, por su generoso y hermoso Ser Interior.


¡Que viva Crispín por muchos años más! Y que su espíritu inmortal y puro, perdure en la esencia genética del ser humano por toda la eternidad.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos,  la retiraremos.

martes, 18 de septiembre de 2018

Lo que ves y lo que es

En esta ocasión quiero tratar un tema que como todos los que surgen y piden salir a la luz, envían señales hasta hacerse atender y conseguir su objetivo.

Al escuchar la opinión sobre la actitud de algunas personas ante mensajes u observaciones hechas sin intención de ofender, pero que al parecer resultaron ofensivas por la respuesta recibida (aunque al escuchar el diálogo a mí no me lo pareciera), me vino a la mente que muchos de nosotros, o la gran mayoría, nos tomamos las cosas, según esté nuestro estado de ánimo, nuestra consciencia o inconsciencia, o la real intención escondida detrás de nuestro comentario u observación.

A veces juzgamos a las personas por nuestra forma de interpretar sus acciones, le echamos el anzuelo y ¡Zas! Sentimos que quedó atrapado o expuesto su malestar general, o su rechazo hacia nosotros. Pero resulta que esos juicios no son reales, van cargados de nuestras energías desaprobadoras, y como tal, el resultado no es de nuestro agrado.

  
Imposible que fuera de otra manera, si visualizas a alguien altanero y engreído, le hablarás en esa misma sintonía, con altanería y engreimiento, aunque no creas hacerlo, lo haces. Otras veces lo haces poniéndote tan por debajo, que cualquier respuesta te confirmará ese juicio que ya te has formulado. Como dicen por ahí, llamamos al diablo, pero nos aterramos cuando lo vemos llegar.

Esta manera de comportarnos me ha puesto a reflexionar sobre las diferentes características o personalidades de los seres humanos, y viendo en retrospectiva la opinión que me motivó a escribir esta entrada, llego a la conclusión de que muchos de nosotros, al igual que muchos animales, también marcamos nuestro territorio.

Hay personas, y me incluyo entre ellas, que ponemos límites muy claros de acercamiento, dejamos entrar de manera muy selectiva a quienes consideramos aptos para pertenecer a nuestra manada, a los demás los mantenemos al margen hasta pasarlos por un cedazo y estar seguros de que son de fiar. Sin embargo, las personas que acostumbran a marcar su territorio, hasta cierto punto permanecen impenetrables, siempre guardan distancia para observar y estar atentos, son sigilosos y se aseguran bien antes de emitir juicios. Lucen insensibles pero no lo son, más bien son precavidos.

Por otro lado, muchas personas son tan sanas que no ven maldad en los demás, a menos que ya estén, como decimos por acá, “fichados” como personas no gratas. Estas personas permiten acercamientos y se acercan a los demás sin reparo, son muy abiertas y solo desean compartir e interactuar, por eso no guardan distancias ni recelos. 
Para algunos, eso resulta molesto y los consideran intrusos, por eso sacan su escudo protector, o encienden su alarma para alejarlos un poco, ya que no les gusta la proximidad de los que no están calificados aún como aptos para penetrar sus dominios.


Nos comportamos como pensamos. Juzgamos como interpretamos, y actuamos como juzgamos, y de esa misma forma veremos el comportamiento de los demás, según nuestro juicio pre formulado. 
Si detrás de una acción que ejecutamos hay una intención que no es la que decimos, el resultado será el de la intención oculta o no admitida, en el fondo sabemos muy bien cuál es la intención real. Y por esa misma intención que ocultamos es que entendemos la respuesta, que es probable que esté muy distante de ser real, solamente la vemos así por nuestra predisposición o por la verdadera intención detrás.

Si pinchamos a alguien para verlo sangrar y no vemos la sangre, de seguro lo tildaremos de extraterrestre, diremos que su sangre no es roja y nos dedicaremos a difamarlo, así somos. Si nos hacemos un juicio sobre una persona, nos resultará difícil verla diferente a lo que ya la enmarcamos, y en realidad, ese comportamiento solo estaba en nuestra consciencia inconsciente, fue solo una lectura incorrecta por no estar en equilibrio o sintonía con su vibración energética o con nuestra propia armonía interior, y atribuimos ese desajuste a la otra persona.
  
Aunque no niego, que hay casos en que sí tenemos la razón sobre ciertos acontecimientos, si hay zurrapa en algún comentario que hacemos, es imposible que a nuestros ojos se nos devuelva limpio, pues como nosotros mismos ya lo hemos ensuciado, lo recibiremos con el mismo sedimento que le agregamos. La otra persona no tiene nada que ver con eso, es muy probable que lo vea limpio al recibirlo y así lo devuelva; la zurrapa, está en nuestro ojo, no en la vasija o su contenido.

Me pregunto ¿Hasta qué punto es aceptable como correcto marcar nuestro territorio? y ¿Hasta qué punto es aceptable ser sanos del todo y acercarse demasiado?
Imagino que como ocurre con todo, o casi todo, lo mejor es buscar un punto medio, sabemos que los extremos son peligrosos, unos por mucho y otros por poco, lo más sensato es permanecer centrados y equilibrados. No ser muy ácidos, pero tampoco ser muy alcalinos, hay que mantener nuestro pH balanceado.

¿Llegará el día en que tan solo veamos la realidad?  Lo que sencillamente es, y no lo que nos parece ser.


Fijémonos bien en lo que damos, no nos engañemos, para que podamos ver con claridad lo que recibimos de vuelta. Si arrojamos dardos envenenados, de ninguna manera esperaríamos recibir rosas, así las recibiéramos, las creeríamos venenosas y las veríamos desvirtuadas de su realidad. Los juicios y prejuicios, son peligrosos.

Tratemos de no dejarnos influenciar por un antes (viendo lo que queremos ver), o dejarnos atropellar por un después (la realidad de lo que es).

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Una extraña pregunta

¿A quien matamos cada vez que triunfamos?

Esta interrogante surgió en un comentario que le hiciera a Federico Rivolta, un compañero bloguero que escribe cuentos de terror y “Relatos Oscuros”, así se llama su blog por cierto. Sus historias muchas espeluznantes, siempre tienen un enigmático trasfondo reflexivo que me llama la atención, y me he convertido en una de sus fieles lectoras.

Volviendo a la interrogante, que surgió al leer su relato titulado “Uno de terror” (espero que no se lo pierdan), al descifrar la reflexión encriptada en él, esta me llevó a pensar, si siempre detrás de un logro o triunfo, habrá un daño colateral a alguien, por muy ajeno que parezca a nosotros y al entorno donde nos movemos.

Lo cierto es que en un mundo tan competitivo como el actual, por cada triunfador hay mas de un perdedor, y por cada triunfo alcanzado, habrá más de una decepción antes de alcanzarlo, siempre pasaremos por encima de alguien, opacaremos su hacer y le quitaremos mérito a otras personas que también lucharon por salir adelante, y también, competiremos con nuestro Yo, con nuestro desempeño anterior.

Cada día es un nuevo reto, un sueño convertido en pesadilla y una pesadilla hecha realidad. Y por cada pesadilla hecha realidad, hay un hermoso sueño por nacer y convertirse en éxito. Mientras eso nos sucede, hay muchos sueños rotos abandonados, y muchas pesadillas amargas, asimiladas como un buen sueño.


Pero no quiero salirme de la pregunta inicial, y la voy a reformular así: 

¿De veras matamos algo o a alguien, cada vez que tenemos éxito?

¿Que piensan ustedes de todos los que ganan los segundos, terceros y los subsiguientes lugares? ¿No es acaso una especie de muerte el decretar que no obtuvieron el primer lugar? Al menos en las competencias lo es, aunque no a todos les afecte igual. Por eso las aborrezco, hacen mas daño que bien, ya que no consideran el verdadero esfuerzo realizado.

A la mayoría siempre nos preocupa nuestro desenvolvimiento, y sobre todo, ese al que ya estamos acostumbrados, el día que nos falla, empezamos a notarlo, y al pasar los días sin recuperarlo del todo, empezamos a exigirnos cada vez mas, y seguimos así hasta hacerlo surgir, sin importar a quien derribamos en el trayecto, y sobre todo, sin analizar siquiera, que es a nosotros mismos a quien mutilamos y no nos permitimos renovar y cambiar nuestras destrezas por otras, haciendo siempre lo mismo, lo que se espera de nosotros, le tememos al cambio y sobre todo, al que dirán.

Dicen que la costumbre hace ley, que del artista consumado se espera buen arte, del maestro buena enseñanza, del político buena filosofía, del gobernante buen gobierno, y del individuo, buenas aspiraciones para su propia realización, para lo cual, debe tener ciertas costumbres desarrolladas e inmutables, como si fuera cuestión de meditar, recitar un mantra, o de frotar la famosa lámpara de Aladino. Pero esa propia realización, a quien nos atañe es a nosotros y a nadie más.


Definitivamente que la alegría de muchos, es la amargura de otros tantos, y que la cordura de unos, es la locura de otros. Entonces la respuesta a la pregunta inicial reformulada, es afirmativa, porque siempre matamos algo o a alguien cada vez que triunfamos, aun sea a nuestro Yo anterior por habernos superado. 

Un triunfo se apoya en una o varias derrotas, una o varias muertes. Aunque estas muertes no sean físicamente reales, emocionalmente sí lo son, y a la larga, son las causantes de muchas enfermedades y muertes físicas. Cuando forzamos las cosas para que se hagan realidad, indudablemente hay que esperar la fisura, la rotura o el colapso total de una estructura que estaba cimentada en varios pilares y alguno colapsó, y a veces lo hacen todos al mismo tiempo.

Cuando un sueño se fuerza mucho mas de lo debido, se quiebra, y ya no vuelve a ser lo mismo, su esencia de alguna manera cambia y con ella su satisfacción por el logro alcanzado también, y se convierte mas que en un sueño realizado, en una latosa pesadilla.


Démosle paso al libre fluir de la vida, sin forzar demasiado las cosas, recibamos con cautela, pero con buenas intenciones los cambios, estemos atentos y muy despiertos al renacer creativo del alma que nos habita, marcado por el libre y majestuoso vuelo de nuestro espíritu indestructible y valiosamente adiestrado, para dejar salir así, las maravillas que nutren la esencia de la vida, sus cambios y transformaciones, su indiscutible gozo y su eternidad.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.