Bueno, me dirán que no lo ven muy lógico tal vez, pero a mi humilde entender, dicho de esta manera, tiene un significado mas acorde con el punto de vista que sostengo, de que la responsabilidad inmediata de cualquier actuación o decisión que tomamos, recae directamente sobre nosotros mismos, no sobre un ente invisible o inmaterial, o sobre cualquier otra persona.
No creo en dioses ni diablos, sino en algo poderoso y maravilloso que prevalece ante todo lo establecido, y que nos impulsa a crecer y evolucionar. Una fuerza interior que va transformando todo lo conocido y desconocido, para obtener una mayor cohesión entre todo lo que respira y compone la vida, y hace una hermosa danza de su fluir, armonizándolo todo, para poder mantener el perfecto equilibrio que crea y recrea la vida y su esencia eterna.
Es muy cómodo atribuirle a Dios o al diablo nuestros desatinos y errores, que son los reflejos directos de nuestros temores y nuestra falta de amor y de fe en el poder que somos y poseemos.
La mayoría de las religiones, o todas, nos inclinan a delegar en su dios, a cargarlo con nuestros problemas, someternos a obediencia, y responsabilizar al demonio, o como le quieran llamar, de nuestra desobediencia y desdicha.
Para los que tienen la cultura de que existe un diablo o malignidad, siempre van a sentir esa semilla del mal instándolos a hacer cosas que les han enseñado que no está bien hacerlas, por lo tanto, es muy fácil que en primera instancia, el diablo proponga; ese querer experimentar cosas es muy humano.
Pero esa misma cultura, les enseñó que hay un Dios justiciero que todo lo ve, y castiga aquello que se considera el mal, entonces se les presenta la duda de no hacer aquello, es en ese instante donde Dios lo compone, y se crea la disyuntiva.
Pero finalmente, la decisión siempre es nuestra, tenemos el libre albedrío para elegir, por eso digo que el hombre dispone.
Y a eso, va muy estrechamente ligada la libertad, a dejar a un lado los susurros de los diablos y los dioses, y a tomar por convicción propia, nuestras decisiones, a disponer de nuestra vida a nuestro antojo, para algo nos pertenece.
La verdadera fuente de todo bien, es la sabiduría intrínseca, o sabiduría interior como le suelen llamar, esa que nos revela fuera de los susurros, que es lo que queremos y debemos hacer, y esa sabiduría, es la que nos da alas para volar alegre y gozosamente sin dudar.
Ese vuelo en confianza y libertad, es la esencia de lo que Somos, es el Espíritu, que se mantiene observando, y como ente pensante, sigue creando pensamientos, plasmando ideas, acumulando sabiduría..., fluyendo como parte integral de la Consciencia Universal, y esparciéndose como fractal de dicha Consciencia, en esta y en otras dimensiones.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
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