Llevaba
años acunando un sueño, me caracterizaba por un espíritu aventurero y atrevido,
luego al ir acatando roles fui soltando algunas aventuras y tomándome las cosas
más en calma, eso sí, sin dejar de ser lo que en esencia soy, un espíritu libre,
indomable y auténticamente atrevido y explorador.
Luego
con el pasar de los años fui soltando roles y acatando aventuras pospuestas y
otras que aparecieron en el camino y me resultaron irresistibles. Una de las
aventuras pospuestas fue escalar el Pico Duarte, la montaña más alta de mi país
y el Caribe y vivir lo que implica esa experiencia como uno de los propósitos
que no quería dejar de realizar antes de salir de este cuerpo. El 2016 me ha
obsequiado como regalo de inicio de año hacer este sueño realidad.
Fue una experiencia increíblemente aleccionadora, cuando el cuerpo está a punto de rendirse sacas fuerzas de donde no sabías que tenias para continuar, en mi caso el hecho de no tener la preparación física adecuada para tanto esfuerzo físico, me obligó a usar la ayuda de las mulas, esos bellos e inteligentes animales que son capaces de llevarte por el sendero más peligroso, tanto de subida como de bajada con la mayor seguridad y naturalidad, como si estuvieran desplazándose por la más tranquila y hermosa pradera.
Demás está decir que al ser la primera vez que me subo a una mula creí morir al bajar por esos peñascos tan empinados y bordeados de profundos precipicios, pero la ayuda de los guías y coordinadores, la fe en la providencia divina y la confianza en uno mismo junto al deseo de lograr la meta, hace que lo hagamos confiados en que todo saldrá bien, aunque no les niego que a veces temía por mi vida y afloraban dudas de poder lograrlo.
Tanto
la caminata extrema como el auxiliarse de las mulas es todo un reto y al mismo
tiempo una satisfacción, al constatar la cantidad de poder ilimitado que
poseemos los humanos.
Las bajas temperaturas en las noches y madrugadas y el agua helada de los ríos pasan a ser peccatas minutas frente al hermoso cielo plagado de estrellas, un espectáculo sin igual.
El calor humano, la solidaridad, amistad y gentileza de los participantes hacen esta travesía más agradable y alegre, además de la belleza del paisaje, el encanto del silencio y la naturaleza, combinado con los hermosos atardeceres y amaneceres, la majestuosidad de las montañas, la amabilidad de los guías y el cuidado y precaución de los coordinadores, definitivamente que borran o disminuyen cualquier vicisitud o cansancio.
Las bajas temperaturas en las noches y madrugadas y el agua helada de los ríos pasan a ser peccatas minutas frente al hermoso cielo plagado de estrellas, un espectáculo sin igual.
El calor humano, la solidaridad, amistad y gentileza de los participantes hacen esta travesía más agradable y alegre, además de la belleza del paisaje, el encanto del silencio y la naturaleza, combinado con los hermosos atardeceres y amaneceres, la majestuosidad de las montañas, la amabilidad de los guías y el cuidado y precaución de los coordinadores, definitivamente que borran o disminuyen cualquier vicisitud o cansancio.
Mi hija menor Emilia, junto a mí en la cima.
La subida al Pico Duarte fue algo emocionante e inolvidable, verte en esa altura, justo en la cima junto al busto y la estatua del patricio Juan Pablo Duarte es una sensación inexplicable, la belleza que se puede apreciar desde esa altura, la majestuosidad de la cordillera central, todas esas lomas y montañas sembradas de pinos y arboles enormes que se elevan en conjunto hasta el mismo nivel de altura, como si esa fuente de poder divino que armoniza y equilibra todo, absolutamente todo este multiuniverso, las podara a todas guardando la misma altura, es algo impresionante.
Mirar hacia abajo nos ofrece una panorámica inolvidable, es como si vieras el mundo desde antes de que hubiera vida humana, desde el principio de los tiempos, y supieras que aunque no en ese cuerpo que ahora posees estuviste presente en otra forma de vida, y ese espíritu y ser que siempre te ha acompañado en todas las vidas sigue latente en ti, conectándote con cada centímetro del universo, haciéndote sentir que cada planta, animal, piedra, mineral y cualquier tipo de vida existente, forma parte de ti y de todo lo que vibra y respira en el universo.
Mirar
hacia arriba, al cielo, las nubes y ese hermoso sol que nos regala el día desde
esa altura, te deja absorto, sin palabras, en franca contemplación, ver cómo
cambia tan rápido el paisaje de un lado a otro es como si la grandeza de esa
fuente de poder supremo la sintieras una vez más en ti, pero con mayor fuerza y
convicción, lo admiras y agradeces a tus ojos, piernas y pies y a todos los que
te acompañaron y dieron ánimo y ayuda incondicional para que pudieras alcanzar
esa cumbre, pero sobre todo a esa fuerza de voluntad que proviene de la fuente
divina de poder de la que todos somos parte y todo.
Ver un grupo de personas tras un fin común, apoyándonos como si fuéramos
un todo, fue mágico, hermoso, impresionante, aleccionador. Sentir nuestro poderío interior y al mismo tiempo
sentir nuestras grandes debilidades y comprobar que ambas conviven en nosotros y afloran cuando menos lo esperamos, pero más que todo que solos quizás lo podríamos
lograr, pero juntos es seguro que lo lograremos, nos da esa sensación de
hermandad y amor hacia todos y todo.
Escalar
el Pico, vivir tantas experiencias maravillosas llenos de ilusión por alcanzar
la meta y ya alcanzada, cansados, gozosos y alegres emprender el descenso
llenos de satisfacción y jubilo, con un fuerte deseo de volver al hogar
triunfantes, renovados y definitivamente cambiados, distintos a los que salimos
y subimos, no tiene sin igual, es una experiencia que de alguna forma te cambia
la perspectiva de la vida, te enseña la grandeza y la pequeñez del ser humano.
Las
experiencias de unificación vividas en esta travesía definitivamente que han
abierto canales de percepción que difícilmente se vuelvan a cerrar, siento que
he alcanzado una meta mayor que la de subir a la cima del Pico Duarte, he
subido a la cima de mi vida, me he visto en varias vidas anteriores, he
recordado muchas de mis experiencias de antaño, me he sentido una con el rio,
la piedra, el fuego, el cielo, las estrellas, la tierra…
He sido mecida y acunada por el viento y la tierra y bendecida por antiguos espíritus de la naturaleza, he bajado al fondo del rio, he visto el interior del suelo, sus raíces, sus acuíferos, me he adentrado en las rocas, caminado por túneles en el interior de ellas...
Se me han revelado secretos ocultos a ojos humanos pero perceptibles al despertar del ser que nos habita, y que respira al compás del universo, he navegado con el fluir del río, caí varias veces, me levanté unas y otras me han levantado.
He regresado adolorida y agotada físicamente, pero más sabia, gozosa, renovada y fortalecida espiritualmente.
He sido mecida y acunada por el viento y la tierra y bendecida por antiguos espíritus de la naturaleza, he bajado al fondo del rio, he visto el interior del suelo, sus raíces, sus acuíferos, me he adentrado en las rocas, caminado por túneles en el interior de ellas...
Se me han revelado secretos ocultos a ojos humanos pero perceptibles al despertar del ser que nos habita, y que respira al compás del universo, he navegado con el fluir del río, caí varias veces, me levanté unas y otras me han levantado.
He regresado adolorida y agotada físicamente, pero más sabia, gozosa, renovada y fortalecida espiritualmente.
¡Gracias
fuente universal de poder!
!Gracias Emilia, hija amada.
¡Gracias compañeros de viaje! Sin ustedes no lo habría logrado.
!Gracias Emilia, hija amada.
¡Gracias compañeros de viaje! Sin ustedes no lo habría logrado.
¿Qué
más se puede pedir? He sido una con el todo.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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