Este es un tema que actualmente me está dando mucho material para
desarrollar, pero no se inquieten, trataré de resumirlo de la mejor manera
posible para que no se sientan comprometidos a leer mucho material.
Últimamente, tanto a mi alrededor, como personalmente, he podido constatar
que nada se compara con la fuerza de voluntad o el poder de la intención, como
modernamente se le denomina. Lo que te propongas hacer con el corazón puesto en
ello, y conseguir ardientemente, es muy difícil que no lo logres si le pones
todas tus energías, entusiasmo, intención y pasión, y mantienes viva la llama
de la fuerza de voluntad para lograrlo.
Nos forjamos metas que
muchas veces ni siquiera teníamos en mente y suceden de repente, por algún
motivo o circunstancia que lo amerite, estas suelen ser improvisadas o surgidas
por necesidad en la cotidianidad de nuestra existencia, como un cambio de
ciudad o país por cuestiones de trabajo, un curso o post grado, o alguna
eventualidad por cuestiones de salud, estado civil, etc.
Otras las forjamos desde
pequeños o quién sabe si desde mucho antes de arribar a la vida, estas
tienden a tener mayor fuerza y motivación y nos suelen encandilar más que las
otras, van arraigadas y forman parte de nuestra existencia, son casi imprescindibles
y nos resulta imposible partir de este mundo sin haberlas realizado, al menos
así de fuerte lo sentimos.
Aunque por alguna razón las vamos
postergando, supongo que se debe a que algo tan significativo para nosotros,
debemos estar en capacidad total para poder disfrutarlo y vivirlo plenamente,
por eso el retraso, puedo asegurarles que cada día que vivo estoy más
satisfecha con el camino andado y más consciente de que los desvíos y tropiezos
dados han tenido sentido y razón de ser, no han sido fortuitos ni al azar, la
memoria empieza a recordar lo olvidado del plan trazado antes de arribar y una
va dando pasos firmes y seguros encaminados a la meta final y se va dando cuenta,
de que cuando se termine la lista a realizar, se estará presto a partir. Eso en
lugar de ser una tragedia o dolor, debería ser una fiesta y un gozo, es la
satisfacción del deber cumplido.
Así como tenemos fuerza
de voluntad para realizar cosas, sueños y metas, en definitiva para vivir, de
esa misma manera, debemos tener fuerza de voluntad para partir, sin apegos, sin
remordimientos ni arrepentimientos.
Si arribamos llorando,
en un parto doloroso y traumático tanto para la madre como para el hijo, lo
ideal es partir sonriendo, mediante un proceso liviano y tranquilo.
Lamentablemente no siempre ocurre así, mayormente sucede en condiciones
violentas o de negación por el apego a la vida, porque no ponemos de nuestra
parte para aligerar ese viaje de regreso al hogar de procedencia, nos
resistimos y dificultamos la salida y la muerte se ve obligada a forzar las
cosas de la misma forma que muchas veces lo hace la vida.
Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/12/12/correo-los-lectores
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