En una de mis caminatas vespertinas diarias en el Parque Mirador
Sur, pude presenciar y comprobar cómo influyen la desesperación y la ansiedad en
la pérdida de habilidades y destrezas generando una baja en la energía
productiva y creativa.
Observé a un joven montando su skateboard y tratando de realizar una
pirueta que aparentemente recién practicaba. En cada intento fallido se
molestaba y lo expresaba verbalmente con palabras inapropiadas, el grado de
enojo se hacía cada vez mayor, pateaba de muy mal humor su tabla, como si esta
tuviera la culpa de su error.
En cada intento le iba peor, como era de esperar, ya que su ira
bloqueaba cualquier vestigio de triunfo, lo vi levantar la tabla del asfalto y
lanzarla con furia de nuevo sobre este, pensé disuadirlo y decirle que de esa
forma nunca conseguiría su objetivo, pero era tal su enojo que difícilmente me
escucharía, incluso hasta podía esperar un merecido insulto por meterme en lo
que aparentemente no me incumbía, así que decidí enviarle el mensaje
telepaticamente.
La comunicación entre las almas es más fluida y receptiva que entre
los cuerpos y mentes y más si son presas del enojo. No sé si el joven recibió
el mensaje o si dejó de intentar, lo perdí de vista ya que estaba oscureciendo y
tenia compromisos que atender, no pude quedarme a ver el resultado de mi
intento de comunicación telepática.
Luego de enviarle el mensaje, en lo que faltaba del camino a la
casa, hice la siguiente reflexión:
Probablemente, a juzgar por el empeño, este joven estaba intentando
una nueva pirueta para perfeccionar el dominio del skateboard con la finalidad
de participar en algún concurso, de lucirse con los amigos o de sorprender a
alguien muy especial, pues si solo lo hiciera para su propia satisfacción y
deleite no se enojara de esa forma y disfrutaría y gozaría de los
inconvenientes propios del aprendizaje.
Pensé, que de esa misma forma actuamos todos o casi todos con la
mayoría de las cosas y situaciones que se nos presentan en la vida, esperando
conseguir resultados óptimos en solo uno o dos intentos, culpando a otros de
nuestra falta de concentración y bloqueo y perdiéndonos el disfrute del momento
por estar enfocados en el resultado o finalidad posterior. Si el joven solo se
detuviera a vivir el momento actual, a disfrutar como un niño que está
aprendiendo a patinar o montar bicicleta, que se cae, se ríe o llora
dependiendo del caso y como si nada sigue intentando cada vez más confiado,
atento a lo que está haciendo y sobre todo más gozoso, se hubiera evitado el
enojo que por lo que pude apreciar de seguir como iba era muy probable que
destruyera su tabla.
Nos perdemos o enfocamos mal el objetivo, que es aprender y
disfrutar en el intento de aprendizaje, y nos ponemos ansiosos concentrados en
la finalidad, en el futuro, en cuando lo logremos, olvidando que sin inicio trabajoso,
no hay final feliz. Lo primero es aprender, el mejorar y el para qué, vienen
después, cuando ya sepas. Mientras estas aprendiendo un oficio, o una profesión
sientes entusiasmo y pasión, luego cuando ya lo dominas se convierte en una
rutina, más de lo mismo, y se pierde la magia que lo envolvía, a menos que
sigas aprendiendo y desarrollando otras técnicas y creando nuevas
ramificaciones y posibilidades.
Los humanos somos por naturaleza creativos, escudriñadores,
perfeccionistas y nos gusta siempre ir un poco más allá, nos aburre la rutina y
siempre estamos al acecho de una nueva presa que devorar, así somos, es nuestra
herencia depredadora animal, pero con impaciencia es muy difícil ser buen
cazador, hay que ser cauteloso, sigiloso, observar detenidamente la presa y
luego con entera concentración en el momento presente, tomar acción.
Me pregunto que disfrutará más el tigre, si la preparación previa a cazar
a su presa o devorarla después, da gusto ver la inteligencia que exhibe el
instinto animal antes de cazar a su presa, luego el devorarla se convierte en
algo rutinario y aburrido. Cuando estás haciendo uso de tus facultades
especiales lo disfrutas, si no lo haces es porque no estás viviendo el momento
presente, si no que estas absorto en el pasado o el futuro.
Si este joven hubiera tenido en la mente solo divertirse, de seguro
que lo hubiera pasado bien en cada intento fallido y es muy probable que estos
se redujeran a cuatro o cinco intentos como máximo, al estar obsesivamente
centrado en triunfar, lo bloqueaba y dificultaba más el triunfo.
A veces, mucho empeño
cohíbe el desempeño.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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