¿Alguna vez has podido ver el viento o solo apreciarlo y sentirlo?
El viento sopla generalmente imperceptible a la vista. Indudablemente podemos ver sus efectos, cómo mece las hojas y ramas de los árboles, cómo agita el agua de ríos y mares y eleva las cosas livianas y dependiendo de su fuerza (intensidad y duración), las pesadas también, podemos escucharlo susurrar y sentir sus suaves caricias, especialmente en el rostro, sentir como bajo su influencia se nos eriza la piel, se mueve el pelo y muchas veces hasta soportamos su indiscreción cuando penetra por la ropa dejándonos sin secretos que ocultarle.
Podemos observar claramente cómo cambia de dirección si tenemos una
veleta que baile a su compás, y sentir lo variable que es en intensidad, pues a
veces es fuerte e impetuoso y se muestra furioso como en los huracanes y
tornados, donde los susurros se convierten en fuertes silbidos y sonidos
espeluznantes, llevándose todo lo que esté a su alcance, otras veces es alegre,
risueño y cariñoso, como si estuviera invitándonos a jugar y echar alas y volar
con él gozosos.
Así como el viento, también somos los humanos, variables, una veces
acariciamos otras lesionamos, unas veces susurramos y otras gritamos, somos
cambiantes y con frecuencia experimentamos altas y bajas en nuestro estado de
ánimo, una veces somos entusiastas y otras estamos deprimidos o en baja.
Todo en el universo y en el planeta tiene un propósito claro y
definido aunque no podamos entenderlo así ni verlo con claridad, para
conseguirlo necesitamos ser dueños y estar conscientes de nuestras
emociones, dejarlas surgir, expresarse y fluir para mantenernos en control y
equilibrados, de esa forma veremos lo que siempre estuvo ahí y saltaba a la
vista, pero nos pasaba desapercibido.
Si no nos movemos al compás del viento de la vida, con la
flexibilidad que tienen los árboles para poder mantenerse firmes, y lo hacemos
con rigidez mental, negándonos a cambiar y evolucionar, perdemos el equilibrio
y los pilares de nuestra humanidad se quiebran, causando dolor y sufrimiento y
muchas veces tragedias irremediables.
Si el viento sopla en tu interior hacia una dirección ¿Por qué
quieres ir hacia otra? ¿Quién te impulsará si vas en contra de tu naturaleza y tu
guía interior? ¿Quién te susurrará y acariciará suavemente? ¿Qué es lo que estás
tratando de demostrar?
Muévete al compás del viento de la vida, olvida todo lo demás y lo
averiguarás.
Obsérvate…, eres el
viento, un árbol, un rio, una montaña, un animal, un ser humano…, entonces:
¿A qué se debe tu infelicidad?
Sin duda a tu rigidez y obstinación.
Sé cambiante como el viento, flexible como el árbol, fluye como los
ríos, engrandécete como la montaña, crece y desarróllate como los animales y
vive plenamente como todo eso que eres, como un verdadero SER humano.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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