El tigre de
Bengala es por decirlo así, mi animal favorito. No tengo ninguna mascota y no
soy amiga de tener animales en la casa, siento que limitaría su libertad, pero
si tuviera alguno de seguro que desearía tener un tigre de Bengala para poder
admirarlo de cerca todos los días, por eso quiero dedicarle esta entrada a ese portentoso
y vigoroso felino.
El tigre de Bengala es feroz y tierno a la vez. Su fortaleza y belleza es toda una obra de
arte, su colorido pelaje me magnetiza.
Observo toda una
mezcla de contradicciones en la naturaleza exterior e interior del tigre, es
como si al saberse fuerte y poderoso se avergonzase de ello y de su
comportamiento voraz y violento cuando está hambriento y pasase por una especie
de cambio drástico de humor, del ataque a la docilidad, de la tempestad a la
calma, del pecado al arrepentimiento.
Posee una
exquisita mezcla de dulzura y terror en dosis equilibradas, luce perezoso y
apacible en ocasiones y ágil y feroz en otras circunstancias, su dualidad me
resulta fascinante, me cautiva.
Admiro su porte majestuoso y señorial y al mismo tiempo la humildad que reflejan sus ojos y su rostro.
Su mirada es penetrante pero triste, intranquiliza pero al mismo tiempo te invita a confiar, pero si accedes te hace ver quién manda y es el poderoso.
Es un animal temible y a la vez adorable, lo quisiera abrazar, siento que su mirada se pierde al igual que la mía por miles de kilómetros de distancia y aunque está presente parece estar ausente (conozco esa sensación), pero al primer descuido ruge y te dice con sus enormes fauces ¡Hey, ni lo sueñes, aquí estoy!
Nunca he estado
tan cerca como para saber todo esto pero lo he sentido así cuando los he visto a
distancia, siento como si tuviéramos una comunicación muy estrecha, creo que en el fondo somos muy parecidos; de espíritu indomable, solitarios,
apegados a la libertad, aparentamos ser muy rudos y no defraudamos nuestra
naturaleza intrínseca, pero si se profundiza bien somos candor vestido de fiera
salvaje.
Perdón por colocar tantas imágenes. Desde niña me he
sentido atraída por este hermoso ejemplar del reino animal, debo de haber
tenido un contacto muy directo con él en alguna otra vida, algo me dice que
alguna vez viví en la India, existen cosas de ese país y su cultura que me
resultan familiares, fascinantes y muy atractivas, entre ellas las gemas
transparentes de colores y los sigilosos tigres de Bengala.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
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