Los seres
humanos siempre hemos sido atraídos y seducidos por la belleza, por lo que nos
cautiva y nos deja absortos, embelesados y fascinados, y como todo es relativo,
la belleza también lo es y depende de los gustos, muy variables por cierto, de
las personas. Pero existe una especie de parámetro para definirla y como patrón
se ha acordado que en general, todo aquello que a un significativo número de
personas provoque hipnotismo, admiración, deleite y satisfacción a la vista, o
la percepción sensorial, se considera bello o hermoso.
Mayormente
reparamos y apreciamos más la belleza exterior y nos olvidamos de que
internamente, también hay belleza, incluso más penetrante, dominante e
influyente que la exterior y cuando la aprecias, la satisfacción y el deleite son
mayores porque además de la excitación del cuerpo, te excita el alma.
Existen
personas que externamente no son tan agraciadas por la belleza por así decirlo,
pero su belleza interior es tan seductora y cautivadora que las hacen lucir
bellas y radiantes externamente, otras personas aun siendo bellas a simple
vista, por algún tipo de inconformidad interior bloquean su belleza e impiden que
podamos captarla y resultan desagradables.
Hay todo un
abanico de ideas y complejos alrededor de la belleza, y precisamente por el
afán de ser y lucir bello, ese mismo afán nos envuelve y distrae de la
verdadera belleza, la interior, la del alma que siempre es bella, pero cuya
belleza vamos opacando y apagando sin darnos cuenta por falta de reconocimiento
y atención de nuestra parte, por culpa de nuestro propio desprecio.
Una de las
corrientes actuales que ha alcanzado mayor auge es la de ayudarnos a embellecer
el alma, sobre todo ahora que la competencia es mayor, ya que con los adelantos
de la ciencia, las personas pueden darse el lujo de lucir como deseen gracias a
las cirugías y demás artificios, razón de más para descuidar la verdadera,
importante e irresistible belleza que reside en las profundidades del ser, desde
donde emana toda nuestra energía pura, amor y felicidad.
Querer embellecer el
cuerpo es aceptable y natural, pero mantener la belleza del alma es vital, es
nuestra fuente de dicha y alegría, así que si eres de las personas que se ha dado
a la tarea de opacarla o perderla, debes trabajar arduamente para recuperarla y
nuevamente embellecer tu alma.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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