Al final dejaré un mensaje que hace mucho tiempo recibí por correo y tengo en una de las páginas del blog. Desconozco el autor.
Entrando en el tema, del que puedo hablar con conocimiento de causa, sea porque tengo a mi padre anciano, con 96 años, en condiciones bastante aceptables para su edad, tanto físicas como mentales, y también por mis 65 recién cumplidos, ya en la antesala de la vejez, puedo decir que me está mirando, aunque mantenga la distancia.
Pues bien, con el paso de los años apreciamos más los días, la naturaleza y la belleza interior, esa que es el reflejo de nuestra alma, nuestra verdadera esencia espiritual. Apreciamos más a los demás, hay cierto cariño hacia ellos, una especie de conexión afectuosa tal vez inexplicable, pero emocionalmente necesaria.
Si en los niños hay inocencia y ternura, en la vejez hay sapiencia y dulzura, dos etapas de vida que tienen mucho en común, una marca el inicio y la otra el final, pero ambas son iguales de hermosas e indescifrables, ya que, así como no sabemos lo que está pasando por la mente de los niños pequeños, ni entendemos su lenguaje, tampoco lo que están pensando nuestros viejos mayores, que también hablan de forma muy extraña a veces.
A medida que seguimos envejeciendo muchas cosas materiales dejan de tener importancia para nosotros, hasta la alimentación. Estamos medio absortos del mundo, divisando el sendero final del recorrido.
Al ir envejeciendo nos hacemos sabios por las experiencias y aprendizajes de vida. Somos más independientes de las etiquetas y el qué dirán, más auténticos…, quizás porque entendemos que ya poco o nada tenemos que perder, o porque conocemos el verdadero valor de la vida, y nos hacemos conscientes de que el final, es siempre un nuevo comienzo.
De esa manera, comenzamos a hacer el viaje de regreso al origen de nuestra existencia, y a deshacernos de la carga material y emocional que acumulamos, a donde vamos no necesitamos nada, solo el cúmulo de energía adquirida con nuestras experiencias terrenales.
Aquí les comparto lo que catalogo como un soliloquio
Viejo, ¿Y qué? 204 palabras
Me llaman viejo porque he vuelto a
ser un niño
Tratándome sin respeto, olvidando
que he vivido muchos años ya
Años que ojalá todos puedan
alcanzar.
Miro a mi alrededor, sé que ya no
pertenezco a este mundo
Más, sigo amando toda su belleza y
lo mucho que me dió
Días soleados, alegres y coloridos
Noches claras plagadas de estrellas
y esplendor
También amarguras que no supe
endulzar
Lágrimas que no dejé que me ayudaran
a secar
Ruidos y algarabías incontrolables
Silencios y soledades
insospechables
De todo comí y bebí, a granel y
también a sorbos
Incluso del amor prohibido hice mi
nido
Disfrutando su néctar y olvidando
lo prometido
Más, ahora que con desprecio me
llaman viejo
Solo tengo sin estrenar un único anhelo
Cerrar los ojos, abrir los brazos y
alzarme en vuelo
Para verte de nuevo sonreír y
decirme
Aunque sea una sola vez “Te quiero”
Y cual pájaro feliz, poder
encontrar consuelo
Descansando en una nube en lo más
alto del cielo
Pero si acaso me cayera al
despertar de este sueño
Ten por seguro que volvería a esta vida
Para vivirla de nuevo con la misma
alegría
Y quizás tener la suerte de que en
ella tú seas mía.
Para terminar, les dejo el mensaje del que les hablé, de autor desconocido, al menos para mí.
Como amar al adulto mayor
Déjalo hablar… porque hay en su
pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.
Déjalo vencer… en las discusiones,
porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
Déjalo ir a visitar... a sus viejos
amigos porque entre ellos se siente revivir.
Déjalo contar... sus historias
repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
Déjalo vivir... entre las cosas que
ha amado, porque sufre al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.
Déjalo gritar... cuando se ha
equivocado porque los ancianos como los niños tienen derecho a la comprensión.
Déjalo tomar un puesto… en el
automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el próximo año tendrás
remordimientos de conciencia si ya no existe más.
Déjalo envejecer... con el mismo
paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la
naturaleza.
Déjalo rezar... como él sabe; como
él quiere, porque el adulto mayor descubre la sombra de DIOS en el camino que
le falta recorrer.
Déjalo morir... entre brazos llenos
de piedad, porque el AMOR de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir
mejor el torrente infinito de amor del PADRE en EL CIELO.
FIN DEL MENSAJE
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
Unas hermosas reflexiones. La vejez es cálida y amarga a la vez. Un beso
ResponderBorrarSusana, muchas gracias por venir y dejar huellas. Un abrazo
BorrarMe ha gustado mucho la conexión que estableces entre la niñez y la vejez como un bucle que se retroalimenta a lo largo de nuestra existencia. Dice un estudio bastante serio que en la veteranía de la vida se encuentran la mayores dosis de felicidad. También me ha gustado que te hayas sumado al reto tintero y que hayas incluido ese sabio correo anónimo que la verdad me ha impresionado por su lucidez.
ResponderBorrarUna entrada, en definitiva, muy completa. Felicidades.
Besos querida, Idalia.
Miguel, gracias por lo que dices y resaltas de la entrada. El Tintero me ha pillado y seducido, ja, ja. El mensaje es tan certero y edificante que me motive a publicarlo sin más al ver el reto, pero decidí agregarle algo más y luego las musas llegaron de refuerzo...
BorrarMil gracias Miguel por tu siempre generosa visita y puntual y elocuente comentario. Va un fuerte abrazo.
Qué belleza Harolina tus letras, estoy completamente de acuerdo con tus palabras. Déjalos sentir, déjalos vivir, pero no les dejes solos, dale todo el cariño que ellos te dieron en su momento, porque gracias a ellos somos lo que somos.
ResponderBorrarY ahora cuando la tercera edad llama a su puerta debemos apoyarlos y darles todo nuestro amor
Me gustó mucho tu texto.
Un abrazo grande
Nuria, muchas gracias por tu visita y comentario, haciendo énfasis en esos detalles del mensaje que tanto necesitamos aplicar con nuestros mayores envejecidos.
BorrarOtro abrazo y gratos días.
Todo lo que has aportado es de mucha profundidad y dejas material para reflexionar.
ResponderBorrarEs mi manera de pensar, ahotra que me toca cuidar de mi frágil madre.
Gracias, mi abrazo y mis bendiciones, compañera.
Francisco, muchas gracias por tus palabras. Cuando estamos siendo testigos de la vejez por tener aun a nuestros progenitores y por estar acercándonos nosotros también a ella, es difícil no hacer cambios en la manera de pensar.
BorrarMuchas gracias y bendiciones para tu madre y para ti por disfrutarla. Un fuerte abrazo.
En un pasaje de Cien años de soledad, recuerdo que uno de los protagonitas principales, Aureliano Buendía u otro familiar (¡hay tantos y con nombres tan parecidos!, je, je) repite en un momento de ofuscación antes de morir: "nacemos para morir". Y es así. Con una vida larga o menos larga, vamos agotando etapas hasta llegar a la vejez, en la que nos convertimos un poco en niños, pero niños sabios. Valoramos mucho más las cosas y somos más transigentes. Pero no somos inmortales (por fortuna o por desgracia) y nos quedarán muchas cosas por ver, siendo relevados por nuestros hijos y nietos.
ResponderBorrarMe ha gustado mucho tu entrada, tierna y real.
Un abrazo.
Josep, es así, nacemos para morir, o bien al revés, morimos porque nacemos, ja, ja. Es hermoso todo eso que dices y creo que por fortuna no somos los mismos ni vivimos las mismas vidas eternamente, lástima que la sabiduría nos llegue tan tarde. Gracias por las palabras, un abrazo.
BorrarHola Idalia. En cierto sentido, vejez y niñez tienen aspectos parecidos, una es el comienzo y otra el fin, pero en ambas nos sentimos desvalidos y necesitados del cuidado de los demás. En paradójico que cuando mayor conocimiento hemos acumulado, sea el momento en que desaparezcamos de este mundo. Supongo que nos llevaremos toda esa experiencia y conocimiento a otra parte, como dejas caer. Me ha gustado tu reflexión. Un abrazo.
ResponderBorrarHola, Jorge, tal como expresas en ambas etapas necesitamos del cuidado de otros. Le decía a Josep que es una lástima que la sabiduría nos llegue tan tarde. Y si, creo que lo que adquirimos no se queda en el aire, ni se pierde. Gracias por venir y comentar, otro abrazo.
BorrarHola Idalia:
ResponderBorrarMe quedo con esto:
somos más independientes de las etiquetas y el qué dirán, más auténticos…, quizás porque entendemos que ya poco o nada tenemos que perder, o porque conocemos el verdadero valor de la vida, y nos hacemos conscientes de que el final, es siempre un nuevo comienzo.
Yo creo que es porque vamos sabiendo qué cosas tienen valor y cuáles no y actuamos sin pensar si los demás aprobarán nuestras elecciones o no lo harán. Por eso, es necesario que los ancianos no se aíslen del resto, de forma que podamos seguir escuchando sus historias.
Un abrazo.
Hola, Mercedes y bienvenida al blog, aunque creo que ya habíamos intercambiado pareceres antes.
BorrarGracias por la parte tan jugosa y cierta que señalas y por las razones tan valederas que das, opino igual aprendemos el verdadero valor de la vida. Y gracias por esa insinuación final, si aislamos a los ancianos nos perdemos de su sabiduría de vida. Recibe otro abrazo de vuelta.
Muy bonita entrada, excelentes reflexiones sobre la vejez. Me gustó cuando dices que "ya no pertenezco a este mundo" y la idea de desembarazarnos de todo el bagaje "terrenal" para ir preparándonos para el siguiente viaje y aventura. Precioso Idalia, te felicito.
ResponderBorrarAna Piera, muchas gracias por el gentil comentario que dejas y por la parte que resaltas de la entrada. Agradecida de tus palabras te dejo un fuerte abrazo.
BorrarMe ha encantado tu reflexión, que en cierta manera toma una simpática expresión en tu poema, y también las palabras de ese autor anónimo para cuidar a los mayores. De alguna manera me rodea el ambiente de la vejez, las partes más oscuras y las más bellas, y sin embargo, me gusta salirme del estereotipo, quitar capas y descubrir al alma que hay detrás, pasando su proceso natural, por supuesto limitador, pero a pesar de todo, ella misma, con el fruto de su vida en las manos, para dártelo :)
ResponderBorrar¡Excelente y riquísima tu aportación!
Un gran y sonriente abrazo! :)
Maite, mil gracias por tu bello comentario, sabemos que la vejez tiene sus desventajas, pero es comprensible y hasta bueno ya que de tener esa sapiencia con los bríos de la juventud puede ser muy peligroso.
BorrarTodo está bien orquestado y siendo así nos pasamos de la raya, imagínate si no lo fuera, nada nos detuviera.
Gracias por tu gentileza, un beso.
Hola Idalia, muy buena tu reflexión sobre la vejez y como nos volvemos como niños con el paso de los años, ese aprendizaje lo llevamos con nosotros y como tal es parte de nuestra forma de ser.
ResponderBorrarUn abrazo
Puri
Hola, Puri, muchas gracias por venir y dejar tu sello personal aquí, lo aprecio mucho. Otro abrazo para ti.
BorrarHola, preciosa Idalia.
ResponderBorrarNos cedes valiosos mensajes. El tiempo se encarga de enseñarnos, y ese aprendizaje es mayor que cualquier cátedra, los ancianos son auténticos supervivientes de la vida, y lo que ellos nos pueden aportar es mayor que nuestro conocimiento o lo que creemos como válido. Y es verdad lo que dices, llega un punto en el que qué más da la opinión externa, se valora lo importante, y del resto se excluye, dejamos de tener la necesidad de cubrir huecos, porque lo único que nos llevamos o dejamos aquí es el amor, nada más.
Maravilloso aporte, amiga.
Besos, y abrazos.
Hola Irene, joven bella qué bueno que puedas de nuevo estar tan activa por estos lares donde hemos aprendido a quererte, y a extrañarte cuando no estás.
BorrarSí que es un gran aprendizaje conversar e interactuar con los ya bien mayorcitos, han vivido tantas cosas y tienen un montón de sabiduría para brindar... Además de estar conscientes de que perdemos mucho tiempo precioso de nuestra vida en banalidades e inseguridades, valorando lo que nada vale.
Gracias querida Irene por tus huellas, besos y abrazos cariñosos para tí.
Me ha parecido realmente precioso todo lo que nos regalas hoy en tu blog... en octubre murió mi madre con 93 años, desde hacía 6 vivía conmigo a 400km de su casa, aunque en su mente mnuncva salió de allí. Los últimos años ya no estaba tan lúcida como siempre fue, aunque a decir verdad y por curioso que resulte nunca vivió tan en paz y tan tranquila como esos últimos años, mi madre siempre fue muy nerviosa y angustiada .. de hecho siempre me reía con ella porque era un poco Mari tragedias .. siempre pensando que iba a ocurrir algo malo .. cuando la despertaba cada mañana durante los primeros años de su estancia en mi casa.. en lugar de decir .. buenos días! qué tal estás! ... hola! no.. ¿sabes lo que me preguntaba según abría los ojos? jaja
ResponderBorrar¿ pasó algo? Los últimos años fueron duros físicamente porque necesitaba ayuda para absolutamente todo pero emocionalmente fue más fácil que nunca porque efectivamente se volvió una niña, de hecho me llamaba mamá ( yo me llamo como mi abuela, su madre y además en su honor) en fin, que la hecho muchísimo de menos y esos años que al princicpio se me hicieron un poco cuesta arriba más que nada porque de pornto pierdes la libertad al estar pendiente de alguien que te necesita siempre.. conocí a una madre que de otra forma nunca hubiera tenido oportunidad .. en fin, perdóname el rollo.. me sale sin querer y es verdad ¡ qué poco los valoramos y cuánto que aprender de ellos! .. se me están cayendo lagrimones según te escribo .. sé que está en paz, que le tocaba y además lo hizo sin enterarse suavemente como si estuviera dormida, hay que aprender a dejar irse a los que queremos cuando les llega su hora, pero aun duele... se pasará.
Mil gracias y un abrazo muy muy fuerte!
María, agradecida en el alma por tu visita y comentario, en el que nos dejas tu sentir y tu experiencia sobre el tema.
ResponderBorrarEs muy duro para ellos enfrentar esos cambios, pero también lo es para la familia. La vejez es una etapa que nos llena de aprendizajes y también nos libera de tantas capas de compromisos y responsabilidades, dándonos espacio y tiempo para nosotros mismos y vivir con autenticidad, sabiendo muy bien lo que deseamos ya no lo postergamos. Siempre que podamos conservar la lucidez y algo de fuerza física, llegar a los noventa es todo un privilegio, y más si nos mantenemos motivados aunque sea a medias.
Es lindo que pidieras disfrutar de tu madre y conocer otras cosas de ellas que de seguro te enriquecerán a medida que tu también avances en edad. Hermosa manera de morir, con esa paz que da el sueño, guarda ese bello recuerdo de ella siempre.
Infinitas gracias, por todo la que compartes aquí, le suma emotividad a esta entrega.
Ya verás que con el tiempo sentirás que amas a tu madre con esa entrañable ternura que hace que el dolor vaya desapareciendo y la recordarás con alegría.
Un fortísimo abrazo María.
Hola, Harolina, un mensaje muy bueno, y además mostrado con esta manera tan amena que entra sin ningún esfuerzo. La vida debería ser siempre lo mejor que podríamos hacer, y empezando por el prójimo, sea cual sea su edad o condición.
ResponderBorrarMuy bueno el mensaje, y muy interesante e ingeniosa la manera de hacerlo.
Un abrazo
Hola, Pepe, gracias por la gentileza de tu comentario que sin dudas me da alas, ja, ja.
ResponderBorrarY sí, siempre dar lo mejor de sí, cuidando y respetando a los demás y a uno mismo, es la clave de una vida plena y satisfactoria.
Va un abrazo para ti y feliz semana.
Llega un momento en tu vida donde no analizas mas Ni lo que piensas ni lo que escuchas ni lo que vives. Detenerse a analizar abre el camino al fracaso
ResponderBorrarGracias, Mucha por tus huellas. Llegado a ese punto lo único que nos importa es vivir el dia de hoy, porque quizás no habrá un mañana.
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