Para mi participación final en este ciclo de microrrelatos que propone David Rubio Sánchez en su blog El Tintero de Oro, y que en esta ocasión es sobre cualquier tipo de fobias. He decidido construir un relato sobre una fobia muy particular y algo extraña a mi parecer:
La gerascofobia: aversión a envejecer.
Extraña reacción fóbica 250 palabras
Le gustaba lucir hermosa, bien arreglada. Se esmeraba en ello, su apariencia era lo más importante. Deslumbrar era su mayor objetivo de vida.
Era alegre, sociable,
segura de si… Su vida transcurría con entusiasmo. A pesar de sus batallas se
sentía atractiva y envidiada, su aspecto siempre llamaba la atención, dejaba a hombres
y mujeres con cara de admiración. Se gozaba ese éxtasis.
No quería envejecer, usaba las mejores cremas, comía sano, ejercitaba y dormía lo necesario o más, confiada en que retardaria las primeras arrugas hasta cerca de los noventa.
Todo iba bien, pero un dia se vio al espejo, notó en su rostro la primera señal, se estrujó los ojos para corregir el error, se volvió a mirar y nada. Procedió a limpiar el espejo, segura de que ahora quedaría resuelto el equívoco. ¡No!
Se tapó la cara y echó a llorar, gritó en silencio y luego estalló en llantos, alaridos desconsolados, tenía 60 años y el espejo le decía que su apariencia iría cambiando poco a poco, o quizas mas rapido de lo que podia esperar.
Se miró desnuda, sintió cierto alivio, quedaba esplendor en sus carnes, pero las ropas siempre las ocultaban, así que de nuevo se volcó en llantos y se llenó de amargura.
Envejeció de pronto, perdió su risa y razón de vivir. Su mirada triste, perdida, el rictus de sus labios y su andar, la hacen parecer de ochenta con apenas 65.
Aunque es por el motivo contrario, aun sigue llamando la atención...
P.D. Llegado a este punto quiero hacerles una confesión, tengo una fobia, o algo muy parecido a eso, a un bicho en particular, escribí un microrrelato inicial sobre esto, pero como siempre coloco alguna imagen relacionada, el solo hecho de pensarla en mi blog, me hizo rechazar la idea, y escribí el que les acabo de compartir que me pareció una mejor opción.
Como una especie de catarsis les dejo el micro, desde luego sin imagen, ja, ja.
katsaridaphobia o blatofobia: aversión a las cucarachas.
Detestable recuerdo 249 palabras
A mi corta edad, presentía lo que estaba ocurriendo, toda la mañana sintiendo cosquillas en el hueco del pie izquierdo (el puente), una almohadilla suave se movía de a poco en mi pie. Estaba ansiosa por librarme del zapato, temía quitarmelo y me fuera encima, o se armara un revuelo en clases.
Pasaron las horas, no me atreví a contarle a nadie y me aguanté hasta llegar a casa. Sin decirle por qué, pedí a mi hermano mayor que me quitara el zapato. Accedió y me subí al muro de la galería.
¡Zas! Ahí estaba, enorme, como una “guagua”, asquerosamente fea y grande, por suerte no era de las voladoras, pero tan repugnante o más. No tengo claro qué pasó después, tal vez me desmayé…
Fue una de las primeras razones que recuerde crearon mi aversión a las cucarachas y por la que siempre reviso bien los zapatos. Les tenia asco, pero mi fobia vino de saberla tantas horas en mi pie y por otras desagradables experiencias más, que es mejor no contar ni recordar.
Ellas me persiguen, pero en casa dicen que tengo un cucarachómetro para localizarlas y atraerlas.
He sobrellevado ese miedo, y en parte lo he superado, ya trato de matarlas, sea lanzándole un zapato, con una escoba o con insecticida. A este bicho asqueroso y maloliente no lo puedo aceptar, y respetar su vida como la de una criatura maravillosa digna de admiración, siempre lo quiero fuera de mi vida y de la creación.
P.D. Lamentablemente lo que cuento es verdad, acabo de desahogar mi katsaridaphobia o blatofobia. Aunque no entra de lleno en el rango de fobia, si que han causado estragos en mi vida esos insectos. Ya no me aterran como antes, pero prefiero no tener que verlas jamás.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.