miércoles, 29 de abril de 2015

A un paso de ser feliz

¿Sabías que estas a solo un paso de ser feliz? Si, a un paso de Fe, sin ella no serás capaz de nada, hay que creerlo con Fe ciega para conseguirlo, la decisión es tuya. Esta siempre anda rondándonos, solo que no nos ejerce ningún tipo de presión, nos deja ser, elegir y se sienta a nuestro lado, lo más cerca posible para que podamos percibirla y echarle mano, todo depende de que tan atentos, abiertos y sensatos seamos para notar su presencia y asirnos de ella, tomar conciencia y dejar que nos invada y nos llenemos de su poder.

Una de las mayores pruebas a la que nos vemos sometidos es a creer a ciegas, a tener Fe. En que o quien no es tan relevante, hasta que no practiques, desarrolles, asimiles, entiendas y comprendas la finalidad y el poder de la Fe, no serás capaz de poseerla.


A veces resulta ser algo mágico como actúa la Fe, pero es solo porque recién la descubrimos, con el tiempo veremos que no se trata de magia ni de suerte, simplemente de aceptar ese bello Don que poseemos y con él su poder, “El poder que da la fe”.
“Si crees que puedes, puedes”, inténtalo una y otra vez hasta conseguirlo, ahora bien, si lo crees con la fuerza y poder que da la “Fe verdadera”, no es solo que puedes, sino que seguro lo lograrás.

Si deseamos algo con mucha vehemencia, y a sabiendas de que las circunstancias son desfavorables para conseguirlo le ponemos una buena dosis de fe y nos ponemos manos a la obra, empezando casi a ciegas y gatas, pero con mucha seguridad de lograrlo a pesar de las pocas probabilidades, no tarda mucho en llegar la consecución de nuestro deseo y sentirnos alegres, y aunque resulte incongruente no nos asombra, ya que en el fondo sabíamos que lo conseguiríamos. Ese sentir se consigue con además de creer, confiar y ponernos en acción y así lograr que el universo sea nuestro aliado y colabore, con una fe verdadera, lo demás, es solo un final feliz. 


Esta es una verdad que miles de personas pueden testimoniar, lo esencial para hacerla realidad fue su enorme fe. No dudes de su poder, estas a punto de conseguir todo lo que quieres para tu vida, solo créelo, ponle coraje y pasión, dedicación, confianza y perseverancia, pero sobre todo da ese paso firme que solo la Fe es capaz de sostener. 

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

sábado, 25 de abril de 2015

La meditación

La meditación, definida comúnmente como pensamiento o consideración detenida y cuidadosa sobre un asunto, o como la oración o rezo que se hace en silencio y que se basa en la reflexión, se caracteriza normalmente por tener algunos de estos rasgos:
* Un estado de concentración sobre la realidad del momento presente.
* Un estado experimentado cuando la mente se disuelve y es libre de sus propios pensamientos.
* Una concentración en la cual la atención es liberada de su actividad común y es focalizada en Dios (propio de las religiones teístas)
* Una focalización de la mente en un único objeto de percepción, como por ejemplo la respiración o la recitación constante de un vocablo o de una sucesión de ellos (mantras).
En sentido general, la meditación es un ejercicio mental usado desde tiempos inmemoriales en oriente y que se ha puesto muy en boga en occidente desde hace unas tres décadas atrás, para el cual se aconseja estar en un lugar tranquilo y silencioso y dejar a un lado cualquier pensamiento o actividad cotidiana para estar mejor sintonizados con el espíritu.

Si bien es cierto que todo esto es válido para concentrarnos y sintonizar con nuestra fuente de energía y sabiduría, a mi entender no es menos cierto que cada instante de nuestra vida es en sí una meditación, todo va a depender del enfoque y la atención que le pongas a la cantidad de energía que emplees y que liberes al vivir ese instante. No necesariamente debemos estar absortos, en silencio, quietos y con los ojos cerrados, pero si obligatoriamente concentrados en lo que estamos viviendo internamente a cada momento, en el ahora sagrado, que se compone de una secuencia armónica de cortos instantes que le dan cuerpo y forma a la vida presente.
Cuando alcancemos un alto nivel de concentración en cada momento de nuestra vida, sin desperdiciar o perdernos de nada y sin necesidad de apartarnos y dejar lo que estamos haciendo, pues el hacer es nuestro mejor talento, entonces podremos decir a boca llena que sabemos lo que es la meditación, que la conocemos y la practicamos diariamente, en todo momento y en cualquier lugar. Lo otro es simplemente un ejercicio para aprender a meditar, que no es otra cosa que unificar el cuerpo, la mente y el espíritu, que muy a menudo deambulan cada una por su lado.

No comparto la opinión de que hay que acallar la mente, de que la meditación es la “no mente”, aquietarla si para que no tome el mando, ya que el ser humano es a diferencia de los otros animales, “razón”, no solo cuerpo y espíritu y por más que nos empeñemos en alejarla o callarla brevemente, no podemos negarla ni callarla definitivamente, creo que más se trata de acoplar, armonizar y unificar el cuerpo, la mente y el espíritu, sin deshacernos momentáneamente de ninguna de las tres. Aún sea para facilitarnos el aprendizaje, pienso que excluir la mente no es la mejor opción.
Lo ideal sería todo lo contrario, aceptarla, escuchar con atención lo que dice y usar la fuerza del espíritu como filtro purificador y transformador de sus palabras para devolverlas libre de impurezas y la mente ya tranquila pueda canalizarlas y guiarlas al ser, para que actúe alegre y libre, de acuerdo a su naturaleza, a su trilogía (espíritu, cuerpo y mente), sin tener que desconectar a ninguna de las tres, sino sintonizar en la misma frecuencia, los pensamientos, las emociones y los movimientos, transformándolos a través de respiraciones espirituales llenas de sabiduría, en pensamientos elevados y puros que produzcan a su vez movimientos armónicos y acciones apropiadas para llevar una vida centrada, placentera y reconfortante.
Ese flujo constante de información y purificación del pensamiento que se realiza entre la mente y el espíritu, al unísono con las tareas regulares del cuerpo, sin sacarlo de su cotidianidad; esa interacción que se ejecuta entre cuerpo y espíritu sin quitar a la mente del escenario, dándole participación y su lugar; y ese intercambio en el lenguaje amoroso con el que se entienden el cuerpo y la mente en presencia y bajo la influencia del espíritu, para ofrecernos una vida sana, es el resultado de la verdadera meditación, que no es ocasional ni temporal, sino continua, y no exige silencios externos ni pausas cotidianas, sino más bien calma, atención y concentración interior, que se logra con una buena dosis de autocontrol, confianza, paciencia y sobre todo fe y amor. 

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

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lunes, 20 de abril de 2015

Huir no sirve de nada

Una de las soluciones más usadas y tomada como la más práctica en situaciones difíciles es huir, en lugar de afrontar la situación. Huimos de las confrontaciones diarias y los problemas de convivencia, haciéndonos de la vista gorda y tolerando las insatisfacciones que sentimos con la vida o con el comportamiento de los demás, específicamente de los seres con los que compartimos la mayor parte de nuestro día. Muchas personas piensan que esto es sano y les aporta buenos resultados, pero en el fondo, dentro de sí, siguen sintiéndose molestos, y para eludir o evitar esa molestia, se enrolan en actividades que les mantengan ocupados mentalmente para pensar lo menos posible en el problema que les atormenta.
Resulta que esa solución evasiva y hasta cierto punto falsa e irresponsable, termina abocándolos de lleno al problema, y lo que tal vez era un problema superficial y menor, fácil de erradicar con tan solo una conversación ecuánime, madura y respetuosa, se convierte en un problema enorme que marca nuestra vida, nos roba la tranquilidad, la alegría, incluso hasta la salud y nos puede causar la muerte.

Cuando el problema es simple, no debemos darle larga, conversar y resolverlo de una vez y no esperar a que se complique es lo más sensato, los problemas simples, tienen soluciones simples, los complicados, soluciones complicadas. Siempre tendemos a esperar que se compliquen las cosas para darle seguimiento, debido al alto grado de tolerancia que nuestra cultura enseña, la buena noticia es que ambos casos tienen solución. 
Ahora bien, los problemas internos, que forman parte de nuestro karma existencial, hereditarios por así decirlo, de carácter y personalidad, anímicos, de percepción y conductuales y muy especialmente de actitud, ya sean traídos de fábrica o aprendidos, solo nosotros podemos resolverlos, somos sus causantes y únicos responsables. Si huimos de ellos, embarcándonos en actividades que los mantengan ocultos o aparentemente dormidos, y nos obliguen a ignorarlos, y tenerlos atrapados dentro sin permitirles que afloren ni ventilarlos al sol, crecerán más, internamente esparcirán raíces que nos aprisionarán cada vez más y más, hasta que ya no encuentren hacia donde ramificar y salgan al exterior convertidos en monstruos odiosos, amargados y enfermos, cuya cura puede resultar más venenosa que la misma enfermedad.    
Huir, nunca será la solución, pues no puedes esconderte de ti mismo por mucho tiempo por muy ocupado que estés, ya que cargas contigo siempre, con tus penas y alegrías, tus triunfos y amarguras, tú odio o tu amor, tu veneno o tu antídoto…, mientras más larga le damos, mas se recrudece el problema, mas difícil será erradicarlo o curarlo y más terrible y dolorosa la terapia de sanación.
Detente sin miedo, reconócete, acéptate, déjate ser y fluir (suelta y acoge), mejórate, luego notarás el cambio que los demás ya habían notado y de hecho ellos te hicieron notar, pues un cambio en tu actitud, refleja un cambio en la actitud de los demás. No lo aplaces, no huyas, enfréntalo y resuélvelo. Ve a tu interior, ya que nadie lo puede hacer por ti. 

Como dice el dicho en inglés: “When you gotta go. You gotta go”. 

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

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miércoles, 15 de abril de 2015

Las críticas

Los humanos tenemos cierta tendencia a que nos molesten las críticas, aún estas sean constructivas. De hecho fuimos creados con una perfección que lamentablemente barnizamos y desvirtuamos a nuestro antojo, precisamente buscando perfección, porque erróneamente nos consideramos imperfectos. Ese barniz opaca y oculta nuestra perfección innata, y actuamos muchas veces de manera incorrecta, dejando ver nuestras imperfecciones adquiridas.

Pese a esto hay algo grabado en nuestra memoria cognitiva, en el interior del ser, que nos revela que somos perfectos, por lo tanto no hay nada que agregar, quitar  o corregir, simplemente admirar y elogiar, por eso no aceptamos con agrado las críticas, las vemos como ataduras dolorosas y trampas de la vida para hacernos caer o resbalar.
En cambio las críticas deberían ser bien recibidas siempre, así vengan cargadas de veneno, al final resultan ser más sinceras que los “supuestos elogios”, que muchas veces son armas de doble filo y van cargados de adulación e hipocresía para conseguir un favor, o son el resultado de dejarnos subyugar y explotar para favorecer a alguien más, a costa de nuestro esfuerzo, ingenuidad o aparente necesidad. No es que no merezcamos los elogios, sino que tienden a hacer más mal que bien, alimentan peligrosamente el ego y generan un sentimiento desagradable y un ambiente hostil ante los que los escuchan, siempre y cuando no estén incluidos en el elogio. Tienden a crear recelos y conflictos donde aparentemente no los había.
Existen personas tan reacias a las críticas que el hecho de verse sometidas tan solo a una, es motivo suficiente para sentir animadversión ante la persona que la hace, lo toman muy personal, se justifican y esconden en un victimismo que enerva y exaspera, parecen niños asustados y temerosos por una fuerte reprimenda de sus padres. Imagino que esta es la razón, las críticas vienen asociadas a su pasado, algunos episodios dolorosos que no han sido capaces de enfrentar y superar siguen allí latentes y ante cualquier crítica la reacción es inmediata, no se hace esperar y hasta resultan agresivos.
Pero en el fondo debemos agradecer más las críticas que los elogios, estas ayudan a crecer y madurar, a ir quitando el barniz que disfraza y oculta la perfección que trajimos de fábrica, y que es individual. Recordemos que salvo algunas excepciones nacemos solos, no en serie, por tanto cada quien tiene su propia perfección bien definida para desarrollar su potencial y trascender, no es generalizada ni colectiva.
Las críticas no dañan, aunque a veces esa sea la intención, la verdad siempre sale a flote ante la difamación y la mentira, así que no temas, ellas simplemente te liberarán de cadenas y cargas que quizás no has notado o no sabes cómo soltar, estas te ayudarán a encontrar la forma de hacerlo, es probable que no lo veas así al principio, pero el tiempo se encargará de que lo entiendas mejor y serás capaz de agradecer esa crítica, hiriente y dolorosa en su momento, pero eficaz, reconfortante y sanadora después.

Recuerda siempre esto: “Lo que no resta, suma o deja igual”, las criticas tienden a seguir este contexto, en caso de que resten, agradécelas, quita tu barniz y empieza a sumar, nunca es tarde para recapacitar


Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/05/13/correo-los-lectores

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viernes, 10 de abril de 2015

El pequeño gran mundo

Unos de los recuerdos que guardo de mi infancia es un dibujo animado que se llamaba “Mundo del pequeño Adams”, más que recordar los episodios recuerdo el tema musical que decía en el estribillo: ♫ Es el gran mundo, del pequeño Adams , y a dos niños frente a un gran libro, uno con grandes anteojos que le gustaba leer y cada episodio empezaba con el pequeño Adams preguntando algo y el niño de los anteojos leía y así comenzaba cada aventura, me gustaban esos muñequitos.
Hace poco comentaba con mi hermana Nuris, lo grande que es nuestro mundo y lo pequeño que resulta muchas veces, porque tarde o temprano, las cosas salen a relucir por más que se quieran negar o esconder, y me vino a la mente el tema musical del dibujo animado, por eso hago alusión de él.
Como bien lo explicó Isaac Newton, todo cae por su propio peso, unas cosas tardan más que otras, algunas hasta cambian de dirección antes de caer, unas por ser tan ligeras que no pueden evitar la acción del viento, como una hoja de papel abierta que vuela hasta que el viento cese o deje de sostenerla y otras porque reciben interferencia humana y se hacen más pesadas, van de mano en mano y de boca en boca, pero finalmente todas caen.
Así que no tenemos necesidad de empeñarnos en averiguar los comentarios mal sanos, los dime y te diretes, los lleva y trae que tanto nos gustan a los seres humanos. Recordemos que las latas siempre hacen ruido, y tarde o temprano, incluso sin proponérnoslo, estos llegaran a nuestros oídos. 
Cuando esto ocurra y se alimente nuestro morbo, no debemos dejarlo engordar, si no todo lo contrario, suprimirle cualquier tipo de insinuación lo antes posible, la indiferencia es un buen antídoto, la manera más eficaz es no darle crédito, abstenernos de hacer cualquier comentario y finalmente olvidarlo tan pronto nos alejamos de la fuente.

La inmensidad del mundo muchas veces resulta abrumadora, pero su pequeñez suele ser más peligrosa, es perturbadora, tiende a corromper y al contagio, por eso es necesario estar alerta y mantenernos firmes y fuertes para no caer en desgracias ajenas a nosotros, esto se logra con una mezcla esencial de honestidad, respeto, responsabilidad y aceptación, mejor conocida como empatía y amor al prójimo. También debemos reforzarnos para que las desgracias propias no nos afecten demasiado y podamos canalizarlas lo antes posible, esto se logra con auto control  y amor propio. 
“Dependiendo de qué tan grande o pequeño veas el mundo, conectarás y armonizarás con él”
Respeta y ama, pero no para que te respeten y amen, si no para contagiarlo y todos se respeten y amen en tu “Pequeño gran mundo”.


Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

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lunes, 6 de abril de 2015

Ruidos y murmullos

En un mundo en constante movimiento es inevitable el sonido, hasta las plumas al caer lo emiten, es solo que no lo podemos apreciar porque no sabemos escuchar ni guardar silencio. Pero el sonido, algo natural, inevitable y necesario, actualmente se ha convertido en un constante e inquietante murmullo, en un ruido que nos roba la concentración y nubla la razón. 



¡Qué ruidosos nos hemos puesto!, de aquel mundo casi mudo o monosílabo, en que nos comunicábamos telepáticamente, hablaba el más sabio y los demás aprendían al vuelo, hemos pasado a un mundo donde el sabio calla o cada vez habla menos, porque sabe que nos hemos vuelto imbéciles y cada día nos interesa menos lo que tenga que decir.
En cambio, el necio no se calla, porque sabe que estamos absortos con sus monólogos ficticios y vacios de realidades, impregnados de una elocuencia tóxica y engañosa, como el efecto de las drogas, mientras más daño te hace, más quieres, por esa razón sus discursos gustan tanto. 



Nuestro mundo se ha vuelto muy artificial y mentecato, donde los sabios se abstienen, los tontos se creen inteligentes y se dejan llevar por los menos tontos que se creen sabios y gobiernan. Pero obviamente como la sabiduría anda de vacaciones o alejada para no intoxicarse con tanta estupidez, el resto, que es la mayoría, no quiere escuchar la voz de la conciencia universal y la manda de vacaciones también, si esta no se va, se ve en la necesidad de aturdirse y cargar con el ruido a cuestas para no escucharla al transitar por el camino de la vida.




Hoy llevamos el ruido a donde quiera que vayamos, lo tenemos impregnado en nuestras cabezas, en los  oídos…, en fin, en nuestras entrañas. Preguntamos y solo escuchamos murmullos, incluso antes de que nos contesten ya tenemos nuestra propia respuesta. Hablamos y no damos chance a que lo haga nadie más, y si lo hacemos, si es inevitable, entonces no prestamos atención ni escuchamos, el ruido, nuestro propio murmullo interno, es nuestra voz cantante, es quien tiene la supremacía y la razón.




¿A dónde se fue la belleza y la sabiduría del silencio con su encantadora calma? Tal vez se esfumó en el espacio sideral y por esto es el empeño tan grande en descubrir sus misterios. 
¿Al salir de nuestra atmósfera se escucharan ruidos y murmullos, o solo existe un enorme y hermoso silencio aleccionador? Seria grato poder constatarlo. ¿Lo hacen los astronautas o el traje espacial se los impide? 
Debe ser una experiencia única e inolvidable escuchar respirar al universo fuera de esta atmosfera, desde otra galaxia y lejos de tanto ruido ensordecedor.  

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periódico El caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/04/28/correo-los-lectores 

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miércoles, 1 de abril de 2015

El canto de la naturaleza

¡Qué bello canta la naturaleza! ¿La has escuchado? Imagino que si, ¿Quién no?

Un enorme árbol moviéndose al compás del viento entona una melodía maravillosa, al igual que lo hace el río en su alegre corretear, fluyendo entre las piedras, así mismo canta constantemente nuestro ser interior, el alma lo escucha, fluye y trata de que el cuerpo mantenga la sintonía, pero a veces no lo consigue, el cuerpo no la escucha, esta desarmonizado, lejos de esta realidad sensacional y como el alma no se da por vencida, nos sacude para que no nos perdamos esta melodía interior, esa sacudida nos causa dolor y le llamamos tragedia, pero luego al entender la finalidad y retornar la calma, ¡Cuánto agradecemos ese sacudión!
Percibimos gracias a la vida que poseemos, pero muchas veces ni nos damos cuenta de lo que sucede en nuestro alrededor. Admirar el paisaje, oler su aroma, escuchar sus sonidos, juguetear y conversar con el viento, formar parte de todo lo que nos rodea, meternos dentro del vientre de nuestra madre tierra y sintonizarnos con ella, no tiene precio ni comparación. Nunca debemos estar tan ocupados como para no prestar atención al canto de la naturaleza, el más bello y armónico que existe, acude a un parque y lo comprobarás.

Colócate cerca de un árbol, tírate en la hierba, recuerda esa sensación y su inconfundible olor, rueda sobre ella, conéctate con la tierra y con sus entrañas, vuelve a ser niño otra vez y a disfrutar de las cosas agradables, bellas y verdaderas de la vida. Sube al árbol y prueba su delicioso fruto, acomódate en él y mira hacia abajo. 







¿Recuerdas lo hermoso de hacer eso? 
¿A dónde se fue nuestra infancia?
¿Qué hay de nuestra juventud? 

Eso no es relevante si conservamos lo verdaderamente importante, nuestra alegría de vivir, no la perdamos nunca, es lo que nos hace eternamente jóvenes.

Cada momento en contacto con la naturaleza es relevante, así que no la pierdas de vista, es nuestra fuente de vida y nuestro mayor gozo, nos provee todo lo necesario para vivir y nos enseña todo lo que debemos saber para trascender. Solo obsérvala con atención y te transmitirá toda su sabiduría y su amor.
Canta con ella, baila con el viento, conversa con las plantas y animales, admira sus montañas, elogia las rocas y minerales, zambúllete en el rio y el mar y aunque solo sea con la vista atraviésalos como si los navegaras, mira al cielo, deléitate en su inmensidad y hermosura, vuela sobre las nubes y deja que te acaricien por un rato, mientras te calienta el sol, luego de noche, ponte a contar las estrellas y a dedicarle tu mejor poema. 
Abre los brazos de par en par, abraza al universo, dile cuanto lo amas y todo lo que significa para ti y luego en un momento de éxtasis, amate como nunca te amaron y deja que tu cuerpo entone junto a tu alma esa inmortal y bella sinfonía de la naturaleza. Hacer esto es simplemente estar vivo y…, vivir.

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.